Entre estrictas medidas de seguridad y gran despliegue noticioso ha llegado a España el Papamóvil. Varios comentaristas han señalado la gran diferencia entre la conducta del Papa y la de otros jefes religiosos y políticos. Mientras éstos no dudan en acercarse a los demás en coches descubiertos, el Papa se encierra en un coche blindado. Comportamiento aún más llamativo si se tiene en cuenta la propia ideología; porque mientras los santos ansían morir -como tantos mártires- por su causa, y repiten con Teresa de Ávila, "muero porque no muero", el Papa toma medidas tan extraordinarias para no ir a un paraíso donde debería creer que estaría aún mucho mejor que ahora. Vamos, que no quiere ir al cielo ni en coche. Digamos, pues, como Jesús: "Quien tenga ojos para ver, que vea", oiga.