leo con cierto estupor la llamada del rimbombantemente autodenominado Consejo de Laicos del Arzobispado de Madrid a la huelga convocada por UGT y CCOO el próximo día 29. Una tal Lourdes Fernández de Bulnes, al parecer presidenta del colectivo, ha firmado una proclama que poco después quedó matizada con un anexo en el que se esforzaba por demostrar la inocencia de monseñor Rouco Valera y el resto de su cohorte de curas en este llamamiento a la rebelión. Los laicos se muestran preocupados por la crisis como un argumento principal para justificar su adhesión al paro. Otro motivo fundamental es que ya no se sienten representados "ni por unos ni por otros". Entonces queda claro: sí a la huelga porque así zumbamos al Gobierno, pero tampoco queremos identificarnos con los que la convocan. Entonces, como solución magistral que seguro ha conllevado un sinfín de horas de meditación y recogimiento, los laicos conminan a los católicos portar una prenda blanca -sin duda un color llamativo y singular- como distintivo de la huelga bien hecha. Así no se les confundirá con los huelguistas chungos. Ojo cómo se visten los demás ese día, por otra parte, no vaya a ser que les etiqueten como laicos católicos de un arzobispado que no hablan en representación de dicho arzobispado. Les confieso -igual está mal utilizar precisamente aquí esta expresión- que no tenía ni idea de que existieran. Quizá ellos también son conscientes de su escasa notoriedad y estén aprovechando la circunstancia para hacerse un hueco. A su manera, claro.
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