Parecían no caber más sorpresas en los estrechos bolsillos de un imaginario frustrado, pero el Siglo de las Luces se ha empeñado en reaparecer ante uno de los públicos más exigentes. El origen del universo y la implicación de Dios en dicho proceso llegan en un momento poco adecuado. Desde que comenzó la lucha titánica entre el mito y el logos, el idealismo que vinculaba el trono y el altar ha librado una intensa batalla frente al materialismo, capaz de concebir un barco insumergible pero que en realidad no aguantaba ni un asalto. En raras ocasiones a lo largo de la historia ambos contendientes descansan en su rincón, son los tiempos del pragmatismo, de la Pax Romana o Pax Americana, como lo bautizó acertadamente la izquierda europea.