los treviñeses llevan reclamando insistentemente su incorporación a Álava durante mucho tiempo. Hace una decena de años hubo un intento muy serio en el que los pro-alaveses, fuertemente organizados, se hicieron con los tres ayuntamientos del enclave y promovieron un referendum que ganaron con holgura. La movilización popular e ilusion de entonces, amén de las comisiones creadas en el Parlamento Vasco, Juntas Generales de Álava y Senado para la resolucion de enclaves en todo el Estado, inducían a pensar que la solución estaba próxima, habida cuenta de que no sólo los partidos nacionalistas apoyaban la integración, sino también socialistas y populares vascos.
Pero la lógica del imperio de la ley y de la Costitucion española impidieron que se diera el paso definitivo, por cierto previsto en el Estatuto de Gernika. En pura lógica en un sistema democratico debería respetarse la voluntad libremente expresada en referendum por sus habitantes y caso de que la ley interfiriera en esa libre determinación, debiera modificarse y adaptarse.
Y llegamos al momento actual en que, avatares del destino, el PNV se encuentra en situación fuerte para negociar los Presupuestos del Estado, ya que de su decisión depende la continuidad de Zapatero, a quien el resto de partidos pretenden defenestrar. Se reclama el cumplimiento integro del Estatuto y como cuestión primordial e innegociable, las políticas activas de empleo. Y me pregunto dónde está la reclamación vividamente reclamada y verificada de los treviñeses. ¿No se merecen estar en la primera línea de la negociación? Se trata de una situación inmejorable para hacer valer lo que en justicia se les debe y avalar lo que es un clamor en la sociedad alavesa.
Es evidente que el problema de Trebiño apunta a las reclamaciones nítidamente soberanistas de territorialidad y poder de decisión, que tienen un mucho mayor peso político que las estrictamente competenciales. Y teniendo en consideración que los tiempos que vienen son otros, que nos exigen un mayor compromiso en el cumplimiento de nuestras ideas, debiéramos pensar que existen 2.000 personas que viven en Trebiño cuya decisión está secuestrada por una sedicente Constitución española cuya finalidad es mantener la vetusta idea imperial castellana de dominio. Por todo esto es necesario que les apoyemos a los treviñeses, que no les dejemos solos.
Jesús Pérez de Viñaspre Txurruka