En mi calidad de contrario radical a las corridas de toros y a cualquier crueldad con animales y con personas, sigo con interés los debates suscitados en los medios de comunicación por la prohibición de las mismas en Catalunya. He oído toda clase de argumentos a favor y en contra. Sobre todo he oído repetidas veces a los antitaurinos decir que el público va a las corridas a disfrutar con el dolor del animal. Una vez más la tradicional hipocresía española se niega a ver la verdad o, peor, la ve y en su fuero interno la reconoce, pero se niega a decirla en voz alta. ¿A qué va la gente a las corridas de toros? Ni más ni menos que a ver si el toro coge al torero.