Es curioso que mientras otros países europeos apuestan sin matices por una energía calificada de limpia y segura, España sigue anclada en posiciones demagógicas muy arraigadas en la mentalidad colectiva, me refiero a la "energía nuclear". Por lo demás, es absurdo poner barreras territoriales cuando, en el caso de un más que improbable accidente, la energía liberada afectaría a zonas muy amplias al margen de fronteras estatales o demarcaciones autonómicas. La complejidad de nuestro sistema territorial se refleja ahora en un debate en el que intervienen autoridades estatales, regionales y locales, sin que nadie tenga muy claro a quién corresponde la última palabra. Entre unos y otros alimentan una controversia sin sentido y ponen de relieve la confusión que impera a la hora de tomar decisiones. Hace falta un debate serio, basado en argumentos solventes e informes técnicos, para que la sociedad española afronte con madurez una materia ya resuelta hace tiempo en otros países desarrollados.