Para gobernar una autonomía como la nuestra, hacen falta muchos recursos, no sólo los financieros. La realidad es que cuando se acaban las ideas es cuando surge el empobrecimiento a nivel general de un país, o sea, la falta de ideas es el principal lastre para salir de cualquier dificultad de todo tipo. Una crisis global, como la que actualmente soportamos, prácticamente no tiene salidas audaces ya que hay que analizar sus orígenes, tratar de poner el freno y acto seguido el acelerador que nos vuelva a situar en una economía de mercado con todas las garantías que esta clase de riesgos conlleva.

Existen varias clases de gobernantes, que pueden tener los epígrafes de eficaces, nulos, conscientes, insustanciales, responsables, etcétera, pero para gobernar un país, no hace falta una titulación expresa ya que sobre economía no hay nada escrito aunque hayan corrido ríos de tinta.

Si es que sólo hago mención a la rama de las finanzas como uno de los valores más indispensables para regidor (aunque vuelvo a insistir no es el único camino), es porque esta licenciatura reúne toda clase de conocimientos fiscales, laborales, etcétera y por supuesto el económico. Si un gobernante está falto de titulitis, como es el caso del señor López, se puede sustituir esta carencia con el adjetivo de listo; pero si también nos encontramos con una laguna en este aspecto, pues entonces ocurre que la ensalada está servida, así que apaga y vámonos. Enumerar todos los símbolos, alegorías o señas de identidad perdidos últimamente por la presión que realiza su coaligado en el gobierno vasco sería bastante larga. Esperemos que por Navidades no nos priven del Olentzero.