quienes querían hacer un cambio tranquilo introduciendo mejoras en el ámbito de la educación nos han sorprendido. Por fin, el Departamento de Educación ha explicado sus planes. Las declaraciones en la comparecencia de la Consejera de Educación suenan más a aires de reconquista que a búsqueda de consenso, salvo que éste sea con el PP.

Hasta ahora tratábamos de entender la transversalidad que pregonaba el PSE, intentábamos comprender en qué consistía, cómo se podría llegar a acuerdos consensuados en materia de educación, qué tratamiento unificado se debería dar a las lenguas, etc. Todo esto se ha terminado en un abrir y cerrar de ojos sin posibilidad de discusión. ¿Dónde están los planteamientos basados en el consenso y el ofrecimiento para lograr amplios acuerdos?

Es inadmisible la acusación, dirigida a todas las personas que formamos parte del sistema educativo, de que se practicaba "adoctrinamiento nacionalista". Es absurdo y carece de sentido. Quizás, quien ha hecho estas declaraciones muestra inconscientemente sus verdaderas intenciones de adoctrinar. Una ofensa así es dolorosa, a la vez que tramposa. De una forma u otra nos convierte en personas sospechosas y colaboradoras en una supuesta operación de adoctrinamiento. Y una de dos: somos tontos porque adoctrinamos sin saberlo o somos muy perversos y adoctrinamos a jóvenes aun sabiéndolo. Ni lo uno ni lo otro; antes que nada somos educadores y profesionales. Cualquier tipo de manipulación, sea de carácter político, religioso o cual fuere, va en contra de nuestros principios y nuestra práctica educativa. Queremos educar a nuestro alumnado como personas libres y críticas, así hemos actuado hasta ahora y así actuaremos de aquí en adelante, sea el departamento de un color u otro.

Respecto a los contenidos de los nuevos decretos curriculares, hemos escuchado perlas como que "necesitamos un bilingüismo equilibrado". Resulta evidente que en nuestra sociedad, el euskera y el castellano no gozan del mismo estatus. Dada la situación diglósica que vive el euskera -siendo el castellano la lengua hegemónica-, quien no prioriza la lengua minorizada, de hecho favorece a la lengua mayoritaria. No es exagerado decir que actúa cínicamente quien, en nombre de una supuesta neutralidad, propone en los currículos el mismo tratamiento para las dos lenguas.

Para que el alumnado logre un bilingüismo real, como dice la ley de la Escuela Pública Vasca, para asegurar el conocimiento de las dos lenguas oficiales que existen en esta comunidad, el euskera necesita un especial impulso; esto es, un tratamiento prioritario. Aunque la mayoría de nuestro alumnado estudie en modelos en euskera, esto no le crea problemas a la hora de llevar a cabo sus estudios. Según el informe PISA, y aunque los resultados deban ser mejorados, nuestros jóvenes están por encima de la media del Estado, incluso en las pruebas realizadas en castellano.

Por otra parte, han suprimido en la práctica el término Euskal Herria en los nuevos decretos, pero inútilmente. Querer ocultar la palabra no va hacer que desaparezca la realidad. Hay que recordar que en la tradición vasca el término Euskal Herria es más antiguo que el de Eu(z)skadi. Aunque no exista una estructura político-administrativa, Euskal Herria es una realidad lingüística, social, cultural e histórica que aglutina a un pueblo o nación. Y obviamente, como todas las sociedades actuales, la sociedad vasca es plural, compuesta por diversos orígenes e identidades que la enriquecen.

¿Por qué cuando el PSE estaba en el Gobierno Vasco hace 15 años autorizaba libros de texto donde figuraban mapas de Euskal Herria, con sus descripciones y demás? ¿Quién se obsesiona ahora con la identidad?

Asimismo, resulta necesario que el proceso de enseñanza-aprendizaje se desarrolle en la educación en valores, una cuestión fundamental. Valores que tienen que estar basados en el principio de todos los derechos humanos para todas las personas. La pluralidad, la convivencia, la igualdad, la solidaridad, el respeto? valores que no sólo deben ser aceptados, sino que deben integrarse en el día a día, tanto en la escuela como en la sociedad. El reconocimiento y el respeto hacia todas las víctimas originadas por violencias de distinto signo no debe suponer que las mismas, sólo algunas, deban estar presentes en las aulas. Este es un tema muy complejo (violencia de ETA, violencia de Estado, violencia de género?) y entre todas y todos debemos buscar las formas para orientar este reto de un modo correcto en los centros. Cuando ni tan siquiera la sociedad vasca ha superado esta cuestión, la escuela no puede asumirla de cualquier modo.

Por otro lado, ¿no es adoctrinar el hecho de que se nos diga en el nuevo currículo que el concepto la ciudadanía democrática debe "estar inspirado en la Constitución española y en el Estatuto de Autonomía", cuando se sabe que este es otro tema muy complejo en nuestra sociedad?

El sistema educativo no merece este alboroto. Necesita menos ruido y más sosiego. Los centros requieren de un clima escolar tranquilo en su día a día, sin zarandeos. Tanto los profesionales de la enseñanza como los demás agentes educativos merecemos más respeto y los centros educativos más recursos y menos intenciones uniformizadoras.