Esta región montañosa ha carecido hasta hace pocos años de una red adecuada de comunicaciones y servicios que la hiciera aflorar del profundo aislamiento en el que se encontraba inmersa.
Desde el período de la conquista española y durante casi 500 años permaneció en situación de olvido, lo que le hizo evolucionar muy despacio si la comparamos con otras zonas del país. Pero, a partir de los años 90, los profundos cambios políticos y sociales que tuvieron lugar en Perú han devuelto la normalidad a esta región que ofrece al viajero la posibilidad de disfrutar del más genuino sabor tradicional peruano exento de influencias extranjeras.
Aquí es donde se puede encontrar lo más auténtico y puro de la cultura andina. Un periplo por Ayacucho nos descubrirá interesantes poblaciones, restos arqueológicos, folclore y paisajes de gran belleza.
UN POCO DE HISTORIA
Ayacucho fue fundada por los españoles en 1540 bajo las órdenes de Francisco Pizarro. En esta región se han encontrado los testimonios de los hombres más antiguos de América del Sur: cazadores y recolectores de la era paleolítica (15.000 años a.c.). En esta zona se originó en el año 700 de nuestra era (y hasta el 1.100 d.c.), el primer imperio expansionista en el mundo andino: la cultura Wari.
Las ruinas de la capital de este belicoso pueblo se encuentran a 22 km de la ciudad de Huamanga. Este imperio Wari se desmembró 300 años antes del esplendor de los Incas. Tras los Waris, esta región de Perú fue dominada por los Chancas (1.200- 1.400 d.c.) quienes a duras penas fueron finalmente derrotados por los incas.
Cuando el incanato consolidó su predominio fue en Ayacucho y más concretamente en el sitio próximo de Vilcashuamán donde se ubicó el centro geográfico de su imperio.
Los españoles fundaron la Ciudad de San Juan de la Frontera de Huamanga en el año 1540. La ciudad alcanzó bastante relevancia gracias a su carácter de encrucijada: entre Lima y Cuzco, y entre las minas de Potosí (Bolivia) y Antofagasta. Se levantaron bonitas casas coloniales y varias órdenes religiosas, desde las clarisas hasta los mercedarios, sentaron sus conventos en la ciudad.
CIUDAD DE HUAMANGA
El trayecto del aeropuerto a la ciudad de Huamanga transcurre entre subidas y bajadas por calles estrechas de edificios mayormente coloniales. Las fachadas en diferentes colores resaltan el contraste de cada vivienda dando una variedad arquitectónica, casas de dos alturas con balcones de madera y techos en teja.
Un buen comienzo para visitar la ciudad puede ser la casa museo de Joaquín López Antay, el precursor del retablo ayacuchano. Espacios con múltiples retablos, de gran variedad cromática, calidez en la decoración y una ambientación que alegra la vista y el gusto estético del visitante. Una sala muestra el proceso de creación del retablo, otra, la trayectoria vital y reconocida del autor y otra, la variedad en tamaños y formas de cada retablo.
Las ceras, las maderas, los retablos y las piedras son los cuatro pilares del patrimonio ayacuchano.
Lejos del centro y por la periferia de la ciudad se encuentra el barrio gastronómico de Conchopata, lugar de comidas preferido por los lugareños. Además del exquisito Cuy se puede degustar la puca picante: son patatas bañadas en una salsa roja de beterraga junto a una pieza de cerdo; también destacan el chorizo ayacuchano o el Qapchi, plato a base de queso con salsa huacatay. Para beber, chicha de jora.
En el centro histórico de la ciudad destaca la solemnidad de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, la segunda más antigua de Perú. Edificio regio, compacto y sobrio, todo hecho en piedra. En su interior un amplio patio con escalera que accede a grandes salones donde se exponen diversas actividades. Elegancia, sobriedad y recogimiento.
En la plaza de armas, en su centro, la estatua del Mariscal Antonio José de Sucre luce altiva y distinguida. A un lado la majestuosa catedral con sus dos torres-campanario a las que se sube por una empinada escalera de caracol y desde donde se ven los tejados de la ciudad y los alrededores. El resto de la plaza son edificios coloniales en dos alturas con amplias balconadas y con pórticos en su interior. Los restaurantes ocupan las mejores vistas a la plaza. En la misma plaza se encuentra la prefectura regional de Huamanga donde estuvo encarcelada la heroína María Parado de Bellido; aún se conserva su celda, y junto a ella un hermoso jardín con dos cañones y unos soportales en piedra maciza.
Ayacucho es conocida por sus 38 iglesias, 33 son antiguas y 5 construidas recientemente. Hay una gran variedad, las hay majestuosas y altivas, pero también pequeñas y austeras, aunque no por ello menos atractivas. Están ubicadas en diferentes lugares, algunas en plazas céntricas, otras por barrios periféricos, pero todas dejan una impronta de riqueza arquitectónica difícil de superar.
Por una esquina de la plaza de armas se encuentra una larga calle peatonal llena de comercios de toda clase y condición, al fondo de la calle el majestuoso y colorido arco de triunfo, que al atravesarlo te topas con el mercado principal de la ciudad. En esa misma calle se ubica el museo del mariscal Avelino Cáceres, merece la pena visitarlo por la belleza de la casa que lo alberga. Siguiendo calle abajo aparece el barrio de Santa Teresa y en él el convento de las madres carmelitas donde venden mermeladas y dulces exquisitos, todos artesanales.
Por otro extremo de la ciudad se puede visitar un edificio en piedra oscura que fue la antigua cárcel y que ahora alberga un mercado de artesanías rico y variado. Un buen sitio para comprar un retablo ayacuchano. Se pueden encontrar todas las variedades en cerámicas, ropas, telas, joyas, dulces y bebidas. Junto al mercado hay un patio de comidas y una iglesia donde los chicos bailan ritmos de moda en su plazuela.
El calor de la sierra, 23 grados durante el día y en pleno invierno, hace más agradable la estancia por Huamanga.
COMPLEJO ARQUEOLÓGICO WARI
La capital del que fuera el primer imperio andino, anterior al de los incas, se encuentra a 22 km al noroeste de Huamanga, en el distrito de Quinua, enclavada sobre una elevada planicie a 2.750 m de altitud sobre el nivel del mar.
La ciudad, como todas las construcciones Wari, se caracteriza por la disposición rectangular de sus recintos, que están amurallados por paredones defensivos de hasta 6 y 10 metros de altura. Entre estas murallas quedan enmarcadas estrechas calles que discurren como un intrincado laberinto entre las plazas, barrios residenciales, depósitos y templos del casco urbano, conformando de este modo un cauteloso sistema de protección para el supuesto caso de que la ciudad fuese atacada. Del mismo modo, la ciudad contaba con una única puerta de entrada y otra de salida, de manera que podía controlarse perfectamente el acceso a sus dependencias.
Wari albergó en el pasado entre 40.000 y 60.000 habitantes. En los lugares dedicados al culto se han encontrado tallas en piedra de personajes humanos. Unos recintos menores exhiben grandes piedras rectangulares cuidadosamente labradas y pulidas, cuya perfecta forma ha sugerido la posibilidad de que fuesen empleadas como cajas funerarias, aunque también es posible que cumpliesen sólo una función ceremonial. En otros barrios de Wari han aparecido restos de grandes talleres de cerámica, así como otros más someros especializados en el pulido de piedras preciosas, como la turquesa, con las que se fabricaban exquisitas joyas litúrgicas.
VILCASHUAMAN
A 120 km al sur de Huamanga se encuentra este complejo arquitectónico del período inca. El enclave descansa sobre una ladera que se levanta a unos 3000 m. sobre el nivel del mar. Fue el inca Pachacutec quien mandó edificar este centro administrativo para poder controlar de cerca a la rebelde tribu Chanka. Vilcashuaman, que significa en quechua halcón sagrado, fue erigido en el mismísimo centro geográfico del imperio inca, a mitad de camino entre Cuzco y la costa, en este lugar se cruzaban las principales rutas serranas hasta todos los puntos cardinales del incanato, pues constituía a su vez un punto equidistante entre los límites imperiales de Quito y Chile.
QUINUA
A tan sólo 37 km de Huamanga se encuentra esta localidad con una prolífica industria artesanal dedicada a la fabricación de iglesias y retablos de cerámica, según los cánones del más genuino estilo ayacuchano. En sus alrededores tuvo lugar la batalla definitiva entre las fuerzas españolas y las nacionalistas para la consecución de la independencia peruana el 9 de diciembre de 1824. El lugar exacto donde se enfrentaron los ejércitos se encuentra a 10 minutos caminando desde el centro de Quinua. El sitio está presidido por un enorme obelisco de 44 m. de altura, erigido en honor de los héroes anónimos de la batalla de Ayacucho. Además del interés histórico, la belleza de los paisajes que lo rodean bien merece su visita.
COMPLEJO ARQUEOLÓGICO DE PUMACOCHA
Se encuentra a una altitud de 3.126 metros sobre el nivel del mar. Este lugar ocupa una extensión de 3.000 metros cuadrados y fue construido como un centro urbano hecho por y para los incas.
Pumacocha significa lago de los pumas, y en este lugar podemos encontrar un hermoso legado arquitectónico junto a una inmensa laguna con forma de puma donde se puede navegar.
Entre sus construcciones hechas en piedra destacan el torreón, un reloj solar, los baños del inca, un palacio y una piedra destinada a fines rituales conocidos como Piedra del sacrificio. También la piedra de los 13 ángulos: una de las piedras que se encuentra en la zona de los baños del inca tiene 13 ángulos, está perfectamente ensamblada con el resto de piedras talladas de la construcción que se han mantenido en pie durante más de 500 años. Desde entonces, el canal que recoge las aguas y que alimenta a la laguna de Pumacocha ha estado en funcionamiento.
Este lugar fue destinado para la élite inca y tuvo como finalidad ser un Santuario.