Siempre con una óptica cercana y social, Estibaliz Urresola (Laudio, 1984) celebra ahora el premio Forqué y la nominación al Goya obtenidos por su cortometraje Cuerdas, una producción rodada en Laudio y Muskiz que acerca al público a la coral de mujeres a la que pertenece Rita, que ha perdido la subvención municipal que les permitía mantener el local de ensayo y está a punto de disolverse. En esa encrucijada, estas mujeres deben decidir si cierran o aceptan el patrocinio de una de las empresas más contaminantes del valle. Urresola prepara además para este año su primer largometraje de ficción, 20.000 especies de abejas, que cuenta la historia de Lucía, una niña de seis años con pene a la que todos llaman Aitor y su madre, sumida en una crisis profesional y sentimental, que aprovecha las vacaciones para ir con sus tres hijos a la casa materna, donde viven su madre y su tía Lourdes, estrechamente ligada a la cría de abejas y la producción de miel.
Cuerdas está siendo un cortometraje cargado de éxitos.
Me gusta más pensar en ellos como alegrías, pero sí, la verdad es que nos está dando muchas alegrías. Creo que el otro día contábamos que lleva ya catorce premios desde que lo estrenamos en mayo, que no está mal, porque además muchos son internacionales y han sido muchas sorpresas, muchas alegrías y estamos muy contentas.
¿Esperaba esta reacción por parte de la crítica y del público?
La verdad es que no. Desde el principio, este era un cortometraje que tenía una apariencia muy experimental, por la forma en la que abordé el rodaje, el trabajo con veinte mujeres naturales de la zona que luego mezclaba con actores profesionales. No tenía muy claro si iba a funcionar o íbamos a encontrar el lugar donde se encontraran esos registros, el más interpretado y el más naturalista. Me apetecía hacerlo. También por cómo me quise enfrentar a contar esta historia, que tenía que ver con que se viera y se sintiera toda la verdad que había detrás de estas mujeres y que no se percibiera el artefacto en constructo. Para eso tuve que despojarme de mucho dispositivo y maquinaria de rodaje para tener un equipo ágil y versátil que se acercara casi más a lo documental. En definitiva, no es una ficción al uso donde lo llevas todo absolutamente cerrado y se van a repetir las tomas tantas veces como sea necesario, sino que había algo de conducir esa verdad. Mientras estábamos trabajando en el corto en ningún momento estábamos pensando que de ahí pudiera salir nada que pudiera ir a Cannes.
A Cannes, y también una nominación a los Goya. ¿Cómo lo va a celebrar si gana?
Pues sería muy bonito porque va a venir a Sevilla un gran grupete de las mujeres que aparecen en el cortometraje, así que lo celebraríamos con ellas.
Hablaba antes de ese trabajo con actores y actrices que no son profesionales. ¿Cómo cambia la dinámica del día a día de rodaje en ese sentido?
Sobre todo creo que la diferencia radica en el tiempo de preparación que he tenido con las no profesionales, porque con los actores profesionales los eliges sabiendo que son actores que te van a dar ese registro de cierta naturalidad, que tienen hábito, costumbre o formación en cierta improvisación. Con las mujeres lo que necesité fue tiempo para habituarlas a la mecánica de rodaje, para que comprendieran la dimensión del equipo que iba a haber detrás, etc. Luego había que hacer muchos ensayos no solo de escena, sino coreográficos, de canto... Mi abordaje fue un poco distinto y requería ir viéndonos a menudo.
Cuerdas nos sitúa en la tesitura a la que se enfrenta una coral de mujeres que tiene que decidir si se despide o acepta el patrocinio de una empresa contaminante; y Rita, el personaje principal, es precisamente una de esas actrices no profesionales. ¿Qué le llevó a escogerla?
Rita es la presidenta honorífica de la asociación Meatzaldea Bizirik. Entonces, en la fase de documentación y entrevistas que estuve haciendo por la zona era una entrevista obligada. Ella tenía además en aquel momento 90 años y había conocido todo ese entorno sin la refinería, cuando todo aquello era una marisma, un entorno ecológico que debería haber sido protegido. Me interesaba hablar con ella y enseguida sentí que habíamos conectado. Volvimos a vernos a la semana siguiente y se fue estableciendo una relación donde yo me encontraba cómoda hablando con ella y le presenté la propuesta. Al principio me dijo que no quería, y a base de ir viéndonos una vez a la semana, de leer el guion con ella, fuimos horadando el terreno y se tiró a la piscina.
Este no es el único proyecto que tiene entre manos. Le preceden varios cortometrajes y está en la etapa de postproducción de su primer largometraje de ficción, 20.000 especies de abejas. ¿Cuándo nació su pasión por el cine?
Creo que antes que la pasión audiovisual estaba el instinto o la pulsión de contar relatos, de inventar historias y de ilustrarlas, que es lo que hacía de pequeña. Empecé la carrera, y me atrapó uno de los profesores que tuve ya desde el primer curso y luego volví a tener a lo largo de la carrera, con asignaturas como Historia del cine, Narrativa audiovisual... Fue un profesor que me cambió la forma de ver el cine y creo que seguramente sea él el gran responsable de esa pasión por querer construir las imágenes para contar de esa forma.
En ese sentido, ¿en quién se inspira a la hora de crear sus proyectos?
En la carrera fue también otro hito grande el descubrimiento del neorrealismo italiano, donde empiezan a aparecer personajes que hasta el momento no ocupaban los roles protagonistas: niños y mujeres. Recuerdo ese momento de ver esas películas donde yo sí me sentía identificada o me conmovía por primera vez. Es verdad que he trabajado muchas veces con niños protagonistas, tanto en Adri como en Nor nori nork, también ahora en 20.000 especies de abejas, y casi siempre con mujeres. Son ellas las protagonistas. Podría decir muchísimas inspiraciones, pero por supuesto me parece una autora súper libre y evocadora, con un universo muy rico, Alice Rohrwacher.
En los últimos años, las cosas han avanzado mucho y existen ayudas, por ejemplo, para directoras hasta su segunda película. ¿Cómo ve en ese sentido la representación de las mujeres en el mundo de la dirección cinematográfica?
Bueno, yo creo que este tipo de medidas correctivas que mencionabas, como el apoyo a directoras mujeres hasta su segunda película, tratan de corregir una inercia que es la historia donde no hemos estado ocupando un montón de puestos de responsabilidad. Esas medidas que se tomaron años atrás empiezan a dar sus frutos y se empiezan a ver los resultados, de que gracias a ello están pudiendo florecer cineastas que están haciendo un cine que está encandilando y embelesando al mundo de una calidad excepcional y que son muchas y antes no estaban. Ahora habría que ver con un poco de perspectiva y hacer un seguimiento de sus carreras para ver cuántas ruedan su tercera película, o a qué edad rueda una mujer su primera película, etc. para hacer una foto más ajustada a la realidad.
En los proyectos que está llevando a cabo, tanto en Cuerdas como en 20.000 especies de abejas, así como en las producciones anteriores, el componente social siempre está muy presente.
Sí, la verdad es que me imagino que igual hay algo también para mí de acercarme al mundo e intentar descubrir cómo funciona y darme respuestas a mí misma ante preguntas que me formulo y para las que no tengo respuesta. También satisfacer mi deseo de denunciar ciertas realidades por injustas. Al final es que una película o un cortometraje es algo que lleva tantísimo tiempo que o te engancha desde dentro y estás comprometida con la historia, te conmueve profundamente, o no tienes esa gasolina para empujar el proyecto durante tanto tiempo. Muchas veces contra viento y marea. Supongo que ese componente social es lo que me da a mí la gasolina para contar las historias.
¿Qué considera clave a la hora de realizar una película, además de ese propósito?
Tener un buen guion, porque sin él no van a entrar los tantísimos y tan necesarios compañeros de viaje (instituciones, productores, etc.). Eso normalmente lleva un tiempo intenso de escritura y reescritura. Una vez que consigues una productora que levante el proyecto, la financiación suficiente para rodarlo, me parece fundamental crear un equipo en el que te sientas segura, no solo porque tengan que ser los mejores profesionales, sino que también hay algo de que sean los que tu proyecto necesita, que sepas que mejor van a acompañarlo. Luego para mí, en términos más artísticos, me parece esencial la elección del casting y el trabajo con los actores y actrices, porque uno lee un papel o un guion y parece que la historia está clara, pero cuando lo lee un actor construye cosas totalmente distintas. Establecer este diálogo con los actores para llegar a más es importante, porque al final son ellos los que vehiculan la historia y donde el espectador se identifica y se engancha. A todo esto, añadiría también intentar que en la medida de lo posible prevalezca un espíritu de trabajo y de colaboración y de amabilidad.
Estos últimos años están siendo muy prolíficos en lo que a producción audiovisual se refiere. Si tuviera que escoger una sola creación, ¿cuál sería?
Pues creo que me quedaría con Lazzaro Felice (2018), de la directora Alice Rohrwacher, porque me parece una película muy libre, como que no responde a los cánones o estándares de película, la directora hace lo que quiere con gran habilidad y trabaja mucho con actores no profesionales, algo que me gusta. Además, tiene una estética muy particular, en un universo muy personal, y la película propone mucha reflexión y ofrece un final lo suficientemente abierto como para generar pensamientos.
¿Tiene algún propósito de cara a este año que acaba de entrar?
Poder conciliar un poquito mejor el trabajo y la vida, porque este año ha sido tremendo. Estoy muy feliz pero creo que a veces hace falta bajar un poco la velocidad para poder prestar atención a las cosas, fijarse en los detalles y que nazca el deseo de crear una nueva historia.
O sea que tenemos a Estibaliz Urresola para rato.
Espero que sí.
FICHA PERSONAL
Año de nacimiento: 1984.
Lugar de nacimiento: Laudio.
Formación: Licenciada en Comunicación Audiovisual (UPV/EHU); Edición y Teoría de la Edición (EICTV Cuba); Máster en Dirección de Cine (ESCAC Barcelona).
Trayectoria: Tal y como explican en la página web de Sirimiri Films, un proyecto de Estibaliz Urresola, esta directora empezó su primera etapa profesional trabajando en IBAIA, la Asociación de Productores Audiovisuales, desde donde organizó eventos como el Foro de Coproducción Lau Haizetara o el Día del Cine Vasco en colaboración con el Zinemaldia. Posteriormente, trabajó durante tres años como coordinadora del área de postproducción de la productora BAINET, y tras esta fase inicial, emprendió su recorrido como directora independiente escribiendo y dirigiendo varios trabajos, entre los que destacan el largometraje documental Voces de papel (un ensayo sobre el movimiento, estrenado en la 64 edición del Festival de Cine de San Sebastián Zinemira y ganador del Premio Txapela de Oro al Mejor Documental en el zinemaldia.cat de Barcelona), o Adri, su primer cortometraje de ficción producido por ESCAC FILMS y “preseleccionado a los Premios Gaudí de la Academia de Cine Catalana, con el que ganó numerosos premios nacionales e internacionales distribuido por la agencia FREAK”.
Filmografía: Adri (cortometraje de ficción de 2012), Voces de papel (largometraje documental de 2016), Nor nori nork (cortometraje de ficción de 2018), Polvo somos (cortometraje de ficción de 2020), Cuerdas (cortometraje de ficción de 2022), 20.000 especies de abejas (largometraje de ficción en postproducción).