Síguenos en redes sociales:

Multitudinario adiós al Papa que "construyó puentes"

El funeral de Francisco reúne a más de 400.000 personas y más de 140 delegaciones diplomáticas. El cardenal Battista Re recuerda en su homilía la incesante llamada a la paz del pontífice argentino

El funeral del Papa Francisco, en imágenesEFE

103

“Construir puentes y no muros es una exhortación que repitió muchas veces y su servicio a la fe como sucesor del apóstol Pedro estuvo siempre unido al servicio al hombre en todas sus dimensiones”. Con estas palabras, el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, encargado de celebrar el funeral de Jorge Bergoglio, recordó en su homilía el leit motiv que guió al Papa argentino a lo largo de los doce años de pontificado. Y lo hizo ante la mirada del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, o el primer ministro húngro, Víkor Orbán, máximos exponentes de las políticas de antiinmigración.

En un día radiante de primavera, tal y como se esperaba, la plaza de San Pedro del Vaticano se quedó pequeña para acoger a los más de 250.00 fieles y más de 140 delegaciones internacionales que acudieron junto a los 150.000 que se echaron a las calles en Roma para promover una multitudinaria y calurosa despedida al Papa que vino del fin del mundo, tal y como él mismo destacó ante los fieles el día que fue elegido.

A lo largo de las dos horas que duró la ceremonia, celebrada en latín con partes en inglés, español e italiano, el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, recordó ante todos los presentes que Francisco se afanó en “construir puentes y no muros”, una frase que repitió a lo largo de su pontificado, tal y como se recordó en la homilía de su funeral. Así, destacó la importancia de los migrantes en el pontificado del Papa Francisco, con alusiones a la misa que celebró en la frontera entre EE.UU. y México y a su primer viaje oficial, a la isla de Lampedusa. “Es significativo que el primer viaje del Papa Francisco fuera a Lampedusa, isla símbolo del drama de la emigración con miles de personas ahogadas en el mar. En la misma línea fue también el viaje a Lesbos, junto con el Patriarca Ecuménico y el Arzobispo de Atenas, así como la celebración de una misa en la frontera entre México y Estados Unidos, con ocasión de su viaje a México”, destacó.

“Frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones, el Papa Francisco elevó incesantemente su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar soluciones posibles, porque la guerra –decía– no es más que muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas”, dijo Re, durante la misa, en la que en la primera fila estaba Trump, a unos pocos asientos de Zelenski: “La guerra siempre deja al mundo peor de como era en precedencia: es para todos una derrota dolorosa y trágica”.

El pontífice de la gente

Battista Re continuó recordando que fue un pontífice “entre la gente”, “con el corazón abierto a todos” y que se dedicó “a los últimos de la Tierra y marginados”. “Estableció contacto directo con la gente, deseoso de estar ahí para todos, con una marcada atención a quienes tenían dificultades, dedicándose a pensar en todo, hasta en los últimos habitantes de la Tierra y en los marginados. Fue un Papa entre el pueblo, con un corazón abierto a todos”, añadió Re.

Por ello, el cardenal destacó que “su última imagen, que quedará en nuestros ojos y en nuestros corazones”, fue la del pasado Domingo de Resurrección cuando “a pesar de graves problemas de salud, quiso impartirnos su bendición desde el balcón de la basílica de San Pedro y después bajó a esta plaza para saludar desde el papamóvil”. “A pesar de su fragilidad y sufrimiento final, el Papa Francisco eligió seguir este camino de donación hasta el último día de su vida terrena”, subrayó.

El cardenal destacó también “su vocabulario característico y su lenguaje rico en imágenes y metáforas” y su “gran espontaneidad y un modo informal de dirigirse a todos, incluso a las personas alejadas de la Iglesia”. “Su carisma de acogida y de escucha, unido a un modo de actuar propio de la sensibilidad actual, ha tocado los corazones, buscando despertar energías morales y espirituales”, añadió. Subrayó también su idea de que “la Iglesia es un hogar para todos; una casa con puertas que siempre están abiertas”, así como su atención a favor de los refugiados, desplazados y pobres.

Y concluyó recordando que Francisco solía terminar sus discursos y encuentros diciendo: “No se olviden de rezar por mí”. “Querido Papa Francisco, ahora te pedimos que reces por nosotros y que desde el cielo bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como lo hiciste el domingo pasado desde el balcón de esta basílica en un abrazo final con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y tiene en alto la antorcha de la esperanza”, terminó su homilía.

Una vez finalizado el funeral, el Papa realizó su último viaje en el papamóvil por las calles de la ciudad eterna, de la que Francisco era también su obispo. Seis kilómetros de emoción y, sobre todo, agradecimiento hasta llegar a la Basílica Santa María La Mayor donde, en una austera tumba, descansa ya para siempre el Papa de la gente.