- Al menos 170 personas muertas, entre ellas 13 militares norteamericanos, y más de 200 heridos es el balance provisional en el atentado perpetrado por Estado Islámico el jueves durante las evacuaciones en el aeropuerto de Kabul, y que ha sumido a la capital afgana en el caos con militares estadounidenses contribuyendo a las tareas de la evacuación, ya en sus últimos días antes de la retirada final el 31 de agosto, ante la posibilidad de nuevos atentados en medio de las caóticas extracciones.
Pese al baño de sangre del jueves, cientos de personas volvieron ayer un día más a aglutinarse en el aeropuerto de la capital de Afganistán, Kabul, en busca de una salida del país a pesar del pánico provocado por el doble atentado. Así, la puerta de Abbey Gate, epicentro de los atentados, permanecía vacía de gente, que en cambio se concentró en las inmediaciones de la instalación aeroportuaria, según las imágenes captadas por una cadena de televisión afgana.
Mientras, el país hace balance de la cruenta jornada del jueves y cuenta a sus víctimas con, al menos, 170 fallecidos, entre ellos soldados estadounidenses, y más de 200 heridos, aseguró una fuente cercana a los jefes talibanes. Estados Unidos adelantó el jueves que en el atentado murieron 13 soldados estadounidenses y otros 18 resultaron heridos. También el Gobierno británico informó ayer del fallecimiento de ciudadanos de esa nacionalidad.
Solo el hospital Wazir Akbar Khan de la capital afgana recibió 145 cuerpos sin vida tras el atentado en el aeropuerto de la capital, y medio centenar recibe atención con heridas graves, revelaron fuentes sanitarias. Además otros 16 fallecidos se contabilizaron en el hospital de la ONG italiana Emergency en Kabul, mientras que en ese centro unos 40 pacientes fueron ingresados también con lesiones por la explosión, según la misma fuente.
Sin embargo el número total de víctimas del atentado continúa siendo incierto, al no haber un recuento oficial. Y es que con la llegada al poder de los talibanes el pasado día 15, tras la caída del Gobierno afgano, las oficinas y las autoridades del servicio público dejaron de ofrecer información oficial sobre la situación sanitaria del país.
El coordinador médico del hospital de Emergency en Kabul, Alberto Zanin, informó de que en las últimas horas aumentaron el número de camas de 100 a 115 para atender esta emergencia. “Por el momento, hay solo cuatro camas libres”, escribió en Twitter sin precisar cuántos de los pacientes son víctimas del atentado. Muchas de las víctimas son niños, algunos muy jóvenes, “que llegan con heridas que fueron causadas por fragmentos de metralla o las ondas de la explosión y quemaduras”, relató.
En un mensaje en la red social, el principal portavoz de los talibanes, Zabihulla Mujahid, informó de que todas las empleadas del servicio público de salud podrán a partir de ahora “asistir a sus funciones con regularidad en el centro y las provincias”, levantando las restricciones impuestas a las mujeres por el régimen integrista.
Tras más de 24 horas del atentado reivindicado por el Estado de Khorasán, la rama afgana del Estado Islámico, la ciudad continúa en alerta tras una nueva advertencia del Departamento de Defensa de Estados Unidos sobre inminentes amenazas. “Todavía creemos que hay amenazas creíbles. De hecho, diría que son amenazas específicas creíbles”, dijo el portavoz del Departamento de Defensa, John Kirby, en una rueda de prensa en el Pentágono. Fuentes de las tropas estadounidenses dijeron que han pedido a “los medios de comunicación afganos que por el momento eviten el aeropuerto de Kabul”, ya que “hay amenazas activas y la situación actualmente no es segura”.
Ante el riesgo de que puedan aumentar los ataques en la zona, los talibanes bloquearon el acceso a las carreteras que llevan al aeropuerto. Varias imágenes muestran a los combatientes integristas controlando el tráfico en las inmediaciones del aeródromo de la capital afgana y parando a viandantes que se acercaban a los alrededores.
Miembros del grupo islamista informaron además de que un equipo especial de los talibanes ha ingresado al área militar del aeropuerto, zona hasta ahora controlada solo por las tropas estadounidenses. Las fuerzas especiales talibanes Victorious Force están tomando el control de la parte militar del aeropuerto de Kabul, señaló Bilal Karimi, un portavoz de los talibanes. “Algunas partes del aeropuerto militar fueron evacuadas por las tropas extranjeras y nuestras fuerzas se hicieron con el control de ellas”, indicó.
Tariq Ghazniwal, miembro del movimiento insurgente, difundió una serie de imágenes en las que podían verse una caravana de vehículos militares entrando a lo que se supone que son las inmediaciones del aeropuerto. “Esto está llegando ahora a su fin”, publicó en Twitter Ghazniwal.
Estados Unidos tomó el control del área militar del aeródromo un día después de la victoria de los talibanes y su ascensión al poder, en un aparente pacto de no agresión que permitieron a las fuerzas internacionales evacuar a miles de ciudadanos extranjeros y afganos.
Sin embargo, este periodo de tregua concluirá el próximo martes, la fecha límite impuesta para que los estadounidenses abandonen el país, algo que eleva la presión para concluir cuanto antes las evacuaciones de los afganos que podrían estar amenazados por la llegada del grupo integrista islámico al poder.
Desde la victoria de los insurgentes, miles de personas desesperadas acuden al aeropuerto para tratar de subirse a los aviones de evacuación, lo que antes del atentado había dejado escenas de caos y violencia con al menos una decena de muertos.
Justamente esta urgencia por conseguir escapar antes del plazo acordado entre Washington, y ahora exigido por los talibanes, es lo que mantenía las puertas del aeropuerto repleta de ciudadanos en el momento del atentado.
Desde el pasado día 14 Estados Unidos y los países aliados han evacuado o facilitado la salida de más de 105.000 personas de Afganistán, unas 12.000 de ellas en la última jornada, según un balance ofrecido ayer por la Casa Blanca.
Lo cierto es que la masacre del aeropuerto de Kabul es no solo el primer ataque desde la caída de Afganistán en manos de los talibanes, sino también el primer gran fracaso de los islamistas.
Pese a las alertas de seguridad de los gobiernos extranjeros, y los informes de inteligencia, las escenas del aeropuerto, con decenas de cuerpos sin vida esparcidos en la periferia del recinto, evidenciaron la incapacidad de los fundamentalistas para asegurar el país ante amenazas terroristas. Esta fue justamente una de las promesas de los talibanes en febrero del año pasado cuando acordaron con Estados Unidos la retirada de las tropas internacionales: no permitir que el suelo afgano fuera usado como base terrorista.