- El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, y la oposición han entrado en una guerra de nervios en la que nadie cede un ápice. Lukashenko ofreció una reforma constitucional para acabar con las protestas, mientras la oposición se plantea negociar una amnistía si él abandona voluntariamente el poder. “Mientras no me matéis, no habrá otras elecciones”, dijo Lukashenko al reunirse con los trabajadores de la planta de tractores VOLAT en Minsk.
Después de que la oposición congregara el domingo a más de 200.000 personas en la calle en la mayor manifestación de la historia de Bielorrusia, Lukashenko apeló desesperadamente a su antaño granero electoral, las fábricas estatales.
Intentó minimizar las informaciones de que las principales empresas y fábricas del país se declararon en huelga, pero la operación de propaganda se topó con la ira de muchos trabajadores. “¡Vete! ¡Vete! ¡Vete!”, gritaban ante la atónita mirada de Lukashenko. La televisión pública emitió en directo la reunión en la que Lukashenko respondió que los trabajadores “siempre apoyaron al presidente” y que “no hay cosa peor que la traición”.
“Yo nunca os he traicionado y nunca lo haré”, aseguró, al tiempo que advirtió de que al que quiere declararse en huelga para protestar contra el fraude electoral y la represión de las protestas, tiene “la puerta abierta”. Justo después de la reunión se supo que todas las minas de Belaruskalia habían dejado de operar. Lukashenko insistió en que las elecciones del 9 de agosto transcurrieron “civilizadamente”, puesto que “no se puede falsificar el 80% de los votos”, resultado que le otorgó la Comisión Electoral.
Como contrapartida Lukashenko, llamó a debatir una reforma política, que reduciría las facultades del presidente, a través del cambio de la actual Constitución. “Ahora se están trabajando variantes de reforma constitucional, que contemplan una redistribución del poder. Vengan, siéntense, trabajemos en la Constitución”, planteó.
Lukashenko subrayó que Bielorrusia “necesita una nueva Constitución”, pero matizó que nunca será aprobada “bajo presiones” y “a través de la calle”. “Ustedes deben aprobarla en referéndum y, según la nueva Carta Magna, celebrar, si así lo desean, elecciones al Parlamento y a la presidencia”, declaró. En respuesta, la oposición bielorrusa, que había demandado a Lukashenko que dejara el poder, mencionó ayer la posibilidad de que el presidente no sea finalmente procesado.
Valeri Tsepkalo, aspirante a la presidencia exiliado y exembajador bielorruso en EEUU, adelantó que hoy mantendrá consultas con congresistas y senadores estadounidenses para abordar la situación en la antigua república soviética.
El traspaso de poder pacífico al que aspiran los opositores y que daría pie a la convocatoria de nuevas elecciones presidenciales sería dirigido por la líder de la oposición unificada, Svetlana Tijanóvskaya, en el exilio en Lituania.
Los jefes de cinco de los siete grupos políticos del Parlamento Europeo instaron a celebrar unas nuevas elecciones en Bielorrusia y pidieron a la UE que imponga sanciones a los responsables de la violencia de las protestas. Y es que, Occidente no quiere que se repita lo ocurrido en Ucrania, cuando una revolución desembocó en un conflicto armado, donde los sublevados recibieron el respaldo de Rusia. Todas las alarmas saltaron cuando Putin ofreció seguridad nacional a Lukashenko.
Cumbre UE. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, convocó ayer lunes una cumbre comunitaria de líderes por videoconferencia para mañana para debatir la situación en Bielorrusia, donde una ola de protestas recorre las calles desde las elecciones del domingo 9 de agosto.
La presidenta de la Comisión Europea respaldó a los manifestantes, mientras que el presidente del Consejo Europeo condenó como “inaceptable” la violencia contra los manifestantes por las fuerzas de seguridad.