Teherán - El Parlamento iraní tiene un poder limitado debido a que las leyes constitucionales otorgan más prerrogativas a otros órganos del sistema que no son elegidos por sufragio directo y que están bajo el control del líder supremo.
“Un parlamento aun más debilitado” es lo que espera parte de la población iraní, que está decepcionada con el desempeño de la Cámara y no tiene intención de acudir a las urnas en los comicios legislativos del 21 de febrero.
El principal problema es que desde la victoria de la Revolución Islámica en 1979 se han formado en Irán varias instituciones y consejos con poder para legislar o influir en las leyes, lo que condiciona la función del Parlamento.
Un relevante diputado reformista, Mahmud Sadeqí, explicó que “a lo largo del tiempo y debido a las necesidades existentes se han creado algunas otras fuentes como el Consejo de Discernimiento”, cuya formación fue aprobada mediante la reforma en 1989 de las leyes constitucionales. “Todo eso ha hecho que ese papel singular del Parlamento haya perdido relevancia (...) La posición del Parlamento a nivel estructural está debilitada, ya que de algún modo se le ha despojado la exclusividad de legislación”, lamentó Sadeqí. Junto al Parlamento y al citado Consejo de Discernimiento se sitúa en esta tríada legisladora el Consejo de Guardianes, formado por doce miembros: seis clérigos designados por el líder supremo y seis juristas nombrados por el Poder Judicial y sometidos a la aprobación del Parlamento. Como el jefe del Poder Judicial es nombrado por el líder supremo, Alí Jameneí, se puede decir que todos los miembros son elegidos por el líder. -