Esperanza y libertad son las dos palabras más pronunciadas en los últimos días por muchos de los venezolanos que residen en Euskadi y que vigilan en la distancia los acontecimientos políticos en su país. Esperanza -dicen- de que el cambio iniciado con la proclamación de Juan Guaidó cuaje y eso posibilite una libertad “anhelada y necesaria”.
“El pueblo de Venezuela, dentro y fuera, respalda un cambio que representa esperanza y libertad”, afirma Pedro Gabriel Gil, miembro de la Junta directiva de la Asociación Tierra de Gracia, constituida para dar apoyo a los venezolanos que han emigrado a Euskadi.
Alexeidry Meneses y Carlos Chirinos, también de la asociación, confirman que han puesto sus esperanzas en que esto sea “el principio del cambio”. “Tenemos la esperanza de que Venezuela esté ya en un cambio hacia la democracia. Las ansias de libertad las mantenemos vivas, siempre las hemos mantenido vivas porque nos merecemos tener un país libre, un país al que podamos regresar pero en libertad”, indica Chirinos. “Yo tengo la esperanza puesta en el nuevo presidente y sé que se tiene que seguir luchando para conseguir un gobierno democrático. Hay que seguir luchando, también desde aquí”, ratifica Meneses.
Pedro Gabriel Gil opina que ese proceso necesita respaldo: “La comunidad internacional nos tiene que ayudar porque se ha visto que el pueblo solo no puede, el pueblo sale y lo masacran, hay mucha represión contra las marchas. Necesitamos el acompañamiento internacional de todos los países que respalden al nuevo gobierno y que empiecen a establecer mecanismos para que Maduro abandone por completo la usurpación del palacio presidencial”.
Estos venezolanos y otros muchos que actualmente viven en Euskadi porque salieron de su país “dejándolo todo atrás”, se concentraron el pasado miércoles en la plaza del Teatro Arriaga, en Bilbao “y en más de 200 ciudades de todo el mundo”, para denunciar “la violación de derechos humanos en Venezuela” y “la usurpación del poder por parte de Nicolás Maduro”.
Una crisis “total” “El pueblo ahora no tiene comida, no hay transporte público, no puedes salir a la calle y coger un bus, no hay buses, están obsoletos porque no hay recambios, ni neumáticos, necesitas ocho horas para echar combustible. Estamos en una decadencia y en una crisis total y el pueblo no quiere más eso, no quiere que se sigan vulnerando los derechos humanos y no quiere esta miseria, por eso han salido a respaldar un cambio y lo han hecho no solo en Venezuela, también en más de 200 ciudades. Ha quedado demostrado que el pueblo de Venezuela quiere un cambio y por eso se ha juramentado este nuevo presidente interino que ahora cuenta con el aval y el reconocimiento de la mayoría de los países. Es una esperanza”, resume Pedro Gabriel Gil al comentar las manifestaciones del día 23.
Las circunstancias personales que han traído hasta aquí a estos venezolanos son una muestra palpable de la crisis que vive su país. Alexeidry Meneses cuenta que ella llegó a España hace quince años y a Bizkaia hace ocho: “Yo salí de allí cuando se suponía que la cosa estaba muy mal, pero con el paso de los años te das cuenta de que no, que cuando yo salí aquello era la gloria comparado con lo que hay ahora, con lo que se está viviendo ya desde hace ocho o nueve años. Ahora hay una situación de crisis humanitaria, no hay alimentos ni medicinas, no puedes ir a un hospital igual que aquí, porque no pueden atenderte y si lo hacen es en condiciones mínimas, tu tienes que llevar desde las sábanas hasta las jeringuillas que vayan a utilizar”.
Carlos Chirinos cumplirá dos años aquí el próximo 22 de febrero. “Hace dos años -explica- la situación ya era insostenible y ahora está mucho peor. Cuando los que hemos salido hablamos con personas que siguen allá a veces nos preguntamos cómo pueden vivir o cómo pueden soportar la situación que actualmente hay en Venezuela. Si yo estoy aquí es precisamente por esa situación”.
Pedro Gabriel Gil llegó hace tres años junto a su esposa, “nos ha tocado salir huyendo y dejar todo atrás”, reconoce. “Nunca había pensado abandonar mi carrera profesional, yo trabajaba en una cadena de hipermercados, era jefe de marketing y tenía una carrera prominente, tranquila. Mi madre y mi hermano menor también han tenido que irse porque mi hermano tiene una orden de captura por haber participado en las protestas del 2017. Yo salí de Venezuela en 2015, después de las protestas del 2014 y ante las persecuciones que sufría mi esposa. Decidimos venirnos porque mi esposa era parte del gabinete de la alcaldía de San Cristóbal, presidida por Daniel Ceballos, que fue apresado por Nicolás Maduro. Ahí empezó una persecución a todo su equipo directivo, y mi esposa al ser parte del personal de confianza sufrió una persecución que aguantó durante seis meses, pero al final tuvo que salir porque temíamos por su vida o por que la apresaran también a ella”, cuenta Gil sobre su decisión de dejar Venezuela.
Pensando en volver Preguntados por las posibilidades que ven de regresar a Venezuela si el cambio de gobierno se consolida y empieza una reconstrucción institucional y económica, hay unanimidad: todos confían en poder volver. “Inicialmente sí pienso en regresar, porque hay momentos en los que emocionalmente sientes mucho que la tierra tira y el miércoles, al ver lo que pasaba allí, sentía un ansia muy fuerte, ¡ay! por qué no estoy en Caracas, pensaba, me hubiera gustado estar allí en la manifestación, pero bueno la situación es que me toca estar aquí y mientras esté aquí voy a luchar por mis convicciones y por lo que se está peleando en mi país”, reconoce Alexeidry Meneses.
“El anhelo de la mayoría de los venezolanos incluyendo el mío -afirma Gil- es poder regresar a Venezuela. Para la gran mayoría de nosotros estos últimos años han sido como un paréntesis en nuestras vidas, todos teníamos nuestras carreras profesionales, tanto en lo público como en lo privado, y por diferentes razones se han visto truncadas cuando hemos tenido que salir huyendo. Pero nos decimos que esto es temporal, porque cuando las cosas cambien vamos a regresar”.
Carlos Chirinos también piensa en volver. “Los venezolanos siempre decimos que quisiéramos morir en nuestro país, pero en un país libre. La idea de todo ciudadano es vivir en su país, poder trabajar y aportar para el progreso de su país y eso también nos pasa a los venezolanos. Yo quisiera tener un país en el que poder vivir libremente, expresarme libremente sin temor a que me metan preso por expresar mis ideas políticas. Quiero vivir en un país en el que haya seguridad, en el que haya alimentos, en el que se respeten los derechos básicos, que haya respeto por la vida y por los derechos humanos. Porque, aunque no esté oficialmente decretado, allí se vive una suspensión de las garantías constitucionales y en estos momentos en Venezuela absolutamente nadie tiene ninguna garantía”, expresa Chirinos.
Desde Tierra de Gracia dan apoyo y ayuda a los compatriotas que llegan huyendo de esa situación. “Incluso antes de formalizarse la asociación -explica Meneses- nos organizamos para ayudar a los venezolanos, nos organizábamos en las redes sociales para informar de casos, de necesidades, de personas que podían aportar algo, para buscar cobijo, cosas que necesitaran los recién llegados. Llegó el momento de formalizar ese sistema de ayuda y creamos la asociación”. Pedro Gabriel Gil lamenta que se tarda mucho en los trámites administrativos de asilo y hay familias (más de 500 en Euskadi) que no pueden buscar un trabajo para sobrevivir.