Kutupalong (Bangladesh) - Miles de rohinyas protestaron ayer en los campamentos de refugiados para pedir justicia por el “genocidio” que comenzó hace un año en Birmania (Myanmar) y empujó a más de 700.000 de ellos a buscar refugio en Bangladesh, donde permanecen atrapados sin saber qué les deparará el futuro. Entre grandes pancartas que rezaban “¡Nunca más! Día en Recuerdo del Genocidio Rohinya”, miles de miembros de esta minoría musulmana recordaron el fatídico día hace un año en el que el Ejército birmano comenzó la ofensiva militar en el estado de Rakáin, en el oeste de Birmania, que dejó aldeas destruidas, matanzas y mujeres violadas.
El Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU calificó la ofensiva de “limpieza étnica de manual” con indicios de “genocidio”. Los militares “mataron a mi padre y a mi madre, me robaron mi infancia. Quiero justicia. Quiero que el mundo los lleve a juicio”, dijo a Efe Tamizur Rahman, un niño de 12 años que participó en la multitudinaria protesta en el campamento de Kutupalong. “Queremos justicia”, gritaban al unísono los manifestantes bajo un intenso sol que dio un respiro a las intensas lluvias monzónicas de días pasados que habían convertido el masificado campamento de 626.000 habitantes en un lodazal.
Los manifestantes, entre ellos mujeres cubiertas con velos y niños, alzaban pancartas en las que se podía leer, entre otros mensajes, “25 de agosto, día negro” o “365 días de llanto. Ahora estoy enfadado”.
El presidente del la Sociedad Arakan Rohinyá para la Paz y los Derechos Humanos, Mohammad Mohibulla, dijo que las peticiones no son únicamente de justicia por las víctimas de la ofensiva, sino que también reclaman que Birmania, que los considera inmigrantes ilegales bengalíes, acepte su retorno con plenos derechos. “Nos gustaría (obtener) la ciudadanía, la nacionalidad (...) Nos gustaría volver a casa lo más pronto posible con todos nuestros derechos, justicia, dignidad y más seguridad”, subrayó.
Un acuerdo olvidado Aunque la presión internacional llevó a los gobiernos de Birmania y Bangladesh a firmar el pasado 23 de noviembre un acuerdo por el que comenzarían en tres meses a repatriar a los miembros de la minoría, ocho meses después ese regreso aún no ha comenzado. Ante la perspectiva de que campamentos como el de Kutupalong, convertido ya en el mayor campo de refugiados del mundo, sigan albergando a los rohinyas durante mucho tiempo, Naciones Unidas y organizaciones humanitarias reclaman más financiación.
La ONU lanzó el pasado marzo el plan de financiación y de respuesta conjunta, en el que solicitó una ayuda de 950,8 millones de dólares hasta diciembre para suplir las necesidades básicas en los campamentos, pero sólo han recibido el 34% de los fondos, informó la ONU. “En este momento solo está financiada la ayuda a un tercio de los refugiados, cuando son casi un millón, que dependen por completo de las ayudas”.