Gasteiz - Devastadoras. Las conclusiones que informe tras informe se van amontonando en torno al clima no dejan lugar a dudas. El último documento sobre episodios climáticos adversos insiste en esa idea y lo hace con datos: el número de inundaciones y otros eventos hidrológicos se han cuadruplicado desde 1980 y se han duplicado desde 2004; los eventos climatológicos, como temperaturas extremas, sequías e incendios forestales, se han más que duplicado desde 1980; y otros eventos como las tormentas, también se han duplicado desde 1980. Todo ello es un síntoma evidente de la urgencia con que debe ser acometida la adaptación al cambio climático.

Así queda patente en un documento firmado por el Consejo Asesor Científico de Academias Europeas formado por 27 instituciones de la UE, Noruega y Suiza. En su informe, en el que también se aborda la adaptación al cambio climático se refuerza el mensaje dirigido a las administraciones: estos eventos climáticos extremos conllevan costes económicos “sustanciales”, describen. Y es que, según los ejemplos que aportan, las condiciones meteorológicas extremas y sus consecuencias para el desarrollo económico, la seguridad alimentaria, la salud y la migración supusieron en 2017 unos costes de unos 260.000 millones de euros en el conjunto del planeta.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) decía a este respecto que se trata de una cifra sin precedentes históricos. Por ejemplo, las pérdidas asociadas a las tormentas en Norteamérica se han duplicado al pasar de menos de 10.000 millones de dólares en 1980 a casi 20.000 millones en 2015. En una nota menos dramática, las pérdidas por inundaciones en Europa presentan una tendencia casi estática a pesar de su mayor frecuencia, lo que indica que las medidas de protección que se han puesto en marcha pueden haber detenido las pérdidas por inundación.

“Nuestro informe de 2013 de Eventos Meteorológicos Extremos, que se basó en los hallazgos de la Academia Noruega de Ciencias y Letras y el Instituto Meteorológico de Noruega, ha sido actualizado y los últimos datos respaldan nuestras conclusiones originales: ha habido y sigue habiendo un aumento significativo en la frecuencia de eventos climáticos extremos, lo que hace que la protección frente al clima sea aún más urgente”, afirmaba el profesor Michael Norton, director del Programa Ambiental de Easac.

Adaptabilidad Dado el aumento en la frecuencia de eventos climáticos extremos, Easac exige una mayor atención a la adaptación al cambio climático en toda la Unión Europea: los líderes y los legisladores deben mejorar la adaptabilidad de las infraestructuras y los sistemas sociales de Europa a un clima cambiante. Según el investigador, “la adaptación y la mitigación deben seguir siendo las piedras angulares de la lucha contra el cambio climático. Esta actualización es más oportuna, ya que la Comisión Europea debe lanzar su evaluación de su estrategia climática este año”.

Pero es que además, los desastres climatológicos acarrean no solo repercusiones socioeconómicas, sino también sanitarias como lo demuestra el hecho de que el riesgo de contraer enfermedades relacionadas con el calor o de fallecer como consecuencia de este ha aumentado de forma constante desde 1980. Actualmente, casi el 30% de la población mundial vive en zonas donde se alcanzan temperaturas potencialmente letales al menos 20 días al año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Y es que los termómetros mundiales registraron temperaturas 1,1 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, lo que sitúa al lustro comprendido entre 2013 y 2017 como el más caluroso de la historia, mientras que la concentración de CO2 alcanzó los 400 partes por millón, por encima de las variaciones de entre 180 y 280 de los últimos 800.000 años. La temperatura en la superficie del mar a escala mundial cerró 2017 por debajo de los niveles de 2015 y 2016, pero aun así fue la tercera más cálida jamás registrada, a lo que se suma que la extensión del hielo marino se ha situado muy por debajo de la media del periodo 1981-2010, tanto en el Ártico como en la Antártida.

“El planeta enfrentará un futuro más cálido y una mayor cantidad de fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos”, zanjaba Petteri Taalas secretario general de la OMM, quien advertía también de que la tendencia persiste en el arranque de este ejercicio.

Agua dulce. El informe elaborado por la Easac también revisa las pruebas sobre los factores clave de eventos extremos. Un punto importante de debate sigue siendo si la Corriente del Golfo, simplemente disminuirá o podría ‘apagarse’ por completo con implicaciones sustanciales para el clima del noroeste de Europa. Los últimos controles sugieren un debilitamiento significativo, pero continúa el debate sobre si la Corriente del Golfo puede ‘apagarse’ como resultado de los mayores flujos de agua dulce procedentes de la precipitación en latitudes del Norte (Ártico) y el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia.

Calor y frío. Easac señala la importancia de continuar utilizando datos emergentes de monitorización oceanográfica para proporcionar un pronóstico más fiable de los impactos del calentamiento global precisamente en la Corriente del Golfo. La actualización también señala “la evidencia reciente que sugiere una asociación entre la rápida tasa de calentamiento del Ártico y los eventos de frío extremo más al sur (incluso en Europa y el este de Estados Unidos) debido a una corriente en chorro debilitada y serpenteante”.