Sochi - Más de un mes después de que el presidente ruso, Vladímir Putin, visitara por vez primera Siria para proclamar la victoria sobre los yihadistas, los focos de resistencia escasean, pero el consenso sobre el arreglo político en el país árabe brilla por su ausencia. En parte por culpa de la inacción de la anterior Administración estadounidense y en gran medida por la dejación de funciones del actual presidente, Donald Trump, Putin se ha convertido en el árbitro en Oriente Medio.
Por ello, el Kremlin se animó a convocar en Sochi (mar Negro) este foro, una especie de cuña en el proceso de paz paralelo al foro de Astaná para relanzar las negociaciones de Ginebra, encalladas desde hace meses. Rusia parece haber conseguido que el asunto de la renuncia de Asad pase a un segundo plano y que las negociaciones se centren en la nueva Constitución y en la convocatoria de elecciones, pero la oposición siria desconfía de las intenciones de Putin, principal aliado del régimen.
Rusia reunió en Sochi a los participantes en el Congreso del Diálogo Nacional Sirio para rescatar el alicaído proceso de paz de Ginebra, encuentro lastrado por el boicot del principal grupo opositor sirio y de los kurdos. “De todas formas, esperamos que el sentido común prevalezca y los líderes de la oposición siria unificada tomen la decisión de venir. La invitación sigue sobre la mesa”, afirmó ayer Alexandr Lavrentiev, emisario del Kremlin para Siria.
El negociador ruso destacó que representantes de la oposición siria en el exilio, tanto la apoyada por El Cairo como por Riad, participarán hoy en el congreso, aunque lo harán a nivel individual, al igual que ocurre con los kurdos. “En Sochi estarán representadas todas las capas de la sociedad siria, es decir, todos aquellos a los que no les es indiferente el destino de Siria y el futuro del Estado árabe”, dijo.
No obstante, la realidad es que la Comisión Suprema para las Negociaciones (CSN), principal coalición política opositora, rechazó la invitación tras participar la pasada semana en las consultas de Viena. Su líder, Naser al-Hariri, aseguró que el régimen sirio “no cree en la solución política y no creerá en el futuro (...), ya que solo cree en la opción militar”. La oposición acusa a Damasco de elegir a dedo a la mayoría de participantes en el congreso de Sochi, y a Moscú de intentar secuestrar el proceso de paz para imponer su agenda, ampliando el número de participantes en las negociaciones para reducir el peso de la oposición radical.
Al ignorar el encuentro de Sochi, la oposición dificulta uno de los principales objetivos del congreso, que era crear una comisión constitucional -o, al menos, elaborar una lista de posibles miembros- que se encargaría de redactar la nueva Carta Magna del país árabe.
Un paso para lograr la paz El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, consideró el foro como “un paso muy importante” para lograr la paz y negó que la ausencia opositora “pueda hacer que fracase”, aunque admitió que no cabe esperar “un avance rápido” en el arreglo del conflicto.
Tampoco añade legitimidad el hecho de que la principal formación política kurdosiria, el Partido de la Unión Democrática (PYD, en sus siglas en kurdo), no viajara al balneario ruso después de acusar al Kremlin de dar el visto bueno a la ofensiva turca contra su bastión en Afrín, noroeste de Siria.
Rusia ha logrado que Turquía abandone la línea occidental y deje de insistir en la renuncia del líder sirio, Bachar al Asad, aunque a costa de permitirle que lance operaciones de castigo contra las milicias kurdas y de que estas se enemisten ahora con el Kremlin.
Pese a las ausencias, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, respaldó la iniciativa rusa, que calificó de “importante contribución” para revivir el proceso de paz de Ginebra, encallado desde hace meses.
De hecho, su emisario, Steffan de Mistura, ya se encuentra en Sochi, aunque tras el sonoro fracaso de la última ronda de Ginebra no tenía muchas opciones, al igual que debido a la falta de avances sustanciales en Viena.
La reunión en la ciudad austríaca produjo un frágil alto el fuego en Guta Oriental, pero confirmó la falta de voluntad de diálogo de Damasco, que ahora siente que tiene la sartén por el mango y se centra en combatir los últimos focos de resistencia en esa zona y en la provincia de Idleb.
El Kremlin y Damasco presentaron el congreso de Sochi como un foro para impulsar el diálogo y la concordia nacional entre los sirios sin interferencia extranjera e insuflar nueva vida al proceso de paz.
En una demostración de que no habrá grandes avances, el presidente ruso, Vladímir Putin, no acudirá a esta cita, según informó el Kremlin.