Estambul - Restablecido el orden tras el fallido intento de golpe en la noche del viernes al sábado, el Gobierno turco prosiguió ayer con una amplia campaña de detenciones de altos mandos militares supuestamente involucrados en la asonada. Una campaña que, según advirtió ayer el presidente Recep Tayyip Erdogan, “esto no es un operativo de 12 horas. La limpieza continuará”. “ Esta semana es muy importante. No abandonen las plazas, no se relajen”, pidió al pueblo el presidente islamista.

La cifra de detenidos supera los 6.000, según el Ministerio de Exteriores turco, que cifra en “más de 290” los ciudadanos muertos por oponerse al golpe, a lo que se añaden “más de 100 conspiradores golpistas muertos”. También hay “más de 1.400 heridos”, agregó el ministerio, que atribuye la responsabilidad del golpe “de manera obvia” a “la Organización Terrorista Fethullah Gülen (FETÖ)”. Ese el término utilizando por la Fiscalía desde el año pasado para designar a la red de seguidores de Gülen, un predicador islamista exiliado en Pensilvania (Estados Unidos).

El entorno de Gülen volvió a negar toda implicación con el golpe, y el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, instó a Turquía a presentar “pruebas”, antes de considerar una petición de extradición.

Un comunicado militar emitido ayer, el primero desde el golpe fallido, usa términos similares al Gobierno turco, al achacar la responsabilidad a “miembros de una banda terrorista ilegal que se enquistó en las Fuerzas Armadas”. La nota promete “castigar de la manera más severa, dentro del marco de la ley” a los sublevados y destaca el rol del pueblo, que frenó el golpe manifestándose en la calle, si bien subraya también que “la aplastante mayoría” de los miembros de las Fuerzas Armadas se opuso. Aunque el comunicado señala que todos los golpistas han sido ya “neutralizados”, durante la tarde aún se practicaron algunos, que han sido transmitidos por los medios.

Una amplia y publicitada operación policial tuvo lugar contra la base aérea de Konya, en el centro de Anatolia, que se saldó con la detención del coronel comandante de la instalación y otros seis militares, aparentemente sin enfrentamientos.

La detención de otro militar cerca del aeropuerto de Sabiha Gökçen en Estambul se produjo tras un breve enfrentamiento con disparos de advertencia al aire, pero sin muertos ni heridos, informa el diario Sabah. Imágenes publicados por el diario Hürriyet muestran a 11 soldados maniatados y tumbados boca abajo, rodeados por personal armado.

Por la mañana habían sido arrestado también el general al mando de la estratégica base aérea de Incirlik, donde se hallan cazas estadounidenses, británicos y alemanes, cataríes y saudíes, y otro en la base de Denizli, junto a 52 militares.

A media mañana, los medios turcos cifraron en una treintena el número de generales detenidos, incluyendo a dos de los cuatro máximos comandantes de las fuerzas terrestres, que fueron arrestados ayer, y ocho generales detenidos anoche en el aeropuerto de Sabiha Gökçen.

Solo en Ankara, el número de generales detenidos alcanza 29, en un total de 2.389 militares, informó la cadena NTV. Entre los arrestados se halla Akin Öztürk, excomandante de la fuerza aérea, que iba a ser supuestamente el nuevo jefe del Estado Mayor en caso de prosperar el golpe, asegura la prensa, aunque él negó toda implicación.

Causó sorpresa, en cambio, el arresto del coronel Ali Yazici, desde agosto asistente militar del presidente, Recep Tayyip Erdogan, un cargo de confianza que el mandatario elige entre los nombres propuestos por las Fuerzas Armadas. Asimismo, varios soldados rasos, que estaban haciendo el servicio militar obligatorio, aseguraron que no sabían nada de un levantamiento militar e indicaron que fueron llamados a salir de los cuarteles en lo que pensaban iba a ser un ejercicio militar.

Mientras, ayer tuvieron lugar los entierros de numerosas víctimas del golpe en ceremonias públicas, entre ellas una en la mezquita de Fatih en Estambul, que contaba con la participación de Erdogan. En su discurso funerario, el presidente prometió que el Gobierno “hablaría con la oposición” para examinar la posibilidad de reintroducir la pena de muerte en Turquía, abolida en 2004, tal y como pedían a grito sus seguidores.

Reintroducir la pena de muerte “En el tema de la pena capital se tomará con certeza una decisión. Hermanos, en el Gobierno, en el Estado escuchamos esta petición vuestra. No podemos ignorarla. En democracia, lo que diga el pueblo será. Las demandas son debatidas en las instituciones y haremos todo lo que sea necesario”, clamó Erdogan entre aplausos.

El presidente turco aseguró que Fethullah Güllen se ha infiltrado en todas las instituciones del Estado, desde el Ejército hasta la Judicatura, lo que requiere una limpieza con miles de detenciones. “¿Es esto suficiente?, se preguntó Erdogan, que se respondió a sí mismo diciendo que “no” y agregó que los operativos y las detenciones continuarán. “Dijimos que íbamos a entrar en sus cuevas. Ahora hemos entrado totalmente”, aseguró Erdogan. Estas exigencia y los casos de agresiones de manifestantes islamistas contra supuestos golpistas y periodistas están causando preocupación entre el sector laico y crítico con el partido gobernante AKP. Un soldado golpista fue incluso degollado tras rendirse en una calle de Estambul. El propio Erdogan calificó como “regalo de dios” el golpe, ya que le da la oportunidad de limpiar todo el aparato estatal y el ejército de los gülenistas. Preguntado el domingo si se podía producir una “caza de brujas” en Turquía, un viceprimer ministro turco aseguró que solo se actuará de acuerdo a la ley. Sin embargo, la prensa y los críticos laicos en Turquía temen ahora un “jardín de rosas sin espinas” para Erdogan, con una oposición acallada e intimidada.

Asociaciones de periodistas y partidos de la izquierda extraparlamentaria emitieron ayer comunicados en los que condenan con claridad el intento golpista pero destacan que eso no significa que el régimen de Erdogan sea democrático.

En las redes sociales, tan criticadas por el presidente en el pasado pero usadas esta vez por él mismo para movilizar a las masas en un intento de frenar la asonada, crecía ayer el temor a que el fracasado golpe pudiera suponer un Erdogan más fuerte e intransigente que nunca. “Sin duda el intento golpista es un buen pretexto para que Erdogan pueda hacer ahora lo que quiera, imponer un régimen fuerte que elimine a cualquier oposición que se oponga”, escribió el analista Yavuz Baydar, un antiguo seguidor de Erdogan y ahora uno de sus críticos más feroces.

Por último, los turcos se preguntan por qué esta vez, a diferencia de los golpes de 1960, 1971, 1980 y 1997, ninguno de los golpistas dio la cara en su intento de asumir el poder. La única comunicación fue una críptica declaración leída -bajo amenazas- por una presentadora de la televisión pública. El golpe no tuvo identidad desde el inicio, lo que sugería que los golpistas no tuvieron confianza en ellos mismos. Hasta el momento, la ciudadanía sigue sin saber quién era realmente la cabeza de esa junta y quiénes sus miembros.