Bilbao - La ciudad de Auschwitz-O?swie?cim quiere ser, junto a Gernika, símbolo de una sociedad de valores y proyectar mediante la educación su historia “en positivo”. Tal es el motivo por el que un retoño del Árbol de Gernika será plantado en el campo de exterminio nazi y por el que Janusz Chwierut, alcalde de la localidad polaca, visita estos días Gernika, su Casa de Juntas, y Bilbao.

¿Qué significa para usted estar en otra ciudad que, al igual que la suya, fue marcada por la historia del fascismo?

-Desde el primer momento que me propusieron conectar Auschwitz-O?swie?cim con Gernika me pareció importante. Ambas son ciudades que simbolizan una guerra civil con consecuencias que fueron una locura. Y ahora que estoy aquí veo y siento más cercana esa conexión entre el bombardeo de Gernika y mi ciudad, que se convirtió en el escenario de uno de los más grandes delitos contra la humanidad: esos campos de concentración y de exterminio. Pero también me produce una sensación de optimismo ver cómo el símbolo del Árbol de Gernika no solo tiene significado dentro de lo ocurrido durante la Guerra Civil española, sino que también es el símbolo de toda la historia de un pueblo, con toda esa fuerza proyectada en positivo, hacia el futuro.

Siendo alcalde de Auschwitz-O?swie?cim es prácticamente obligatorio preguntarle por el Holocausto y por cómo viven esa parte de su historia.

-Desde luego, la sombra que pesa sobre Auschwitz-Os?wie?cim está presente, porque no ha transcurrido tanto tiempo. Esa sombra pesa mucho, pero también hay que buscar cómo sobrepasar estos acontecimientos trágicos mirando hacia el futuro. El que Auschwitz-Os?wie?cim sufriera la ocupación de sus territorios para que se construyeran esos campos de muerte creo que también nos permite ser mucho más reflexivos y conscientes de la necesidad de desarrollar proyectos de educación en valores para toda la sociedad. Un ejemplo sería el Parque de Reconciliación de Naciones, donde se plantará el retoño del Árbol de Gernika y que nos permitirá educar a los jóvenes en base a una realidad trágica pero mirando al futuro.

¿Cómo entiende otra clase de conflictos que tienen ciertas similitudes, como podría ser el de Israel y Palestina?

-Tragedias en este mundo hay muchas. Durante todo el siglo XX y lo que vamos de siglo XXI se ha sufrido mucho. Es terrible, por ejemplo, lo que está ocurriendo ahora mismo en Siria y en otras partes del mundo. Por eso insisto, y no solo como alcalde sino también como ciudadano, la necesidad de volcarnos en esa educación en valores y hacerlo desde experiencias que lleven a una madurez en los jóvenes. Hay que llevar ya no solo un mensaje de paz, sino también de consciencia.

Al hilo de Siria, ¿cómo resolver la crisis de los refugiados?

-Como alcalde yo no puedo decidir en nada de esto, pero es importante ser consciente de lo que significan las diferentes realidades y trabajar con mimo. En este caso, la mejor ayuda para los refugiados podría ser detener el conflicto sirio para que la gente no tenga que irse de sus casas. Eso es lo más grave. Y ahí es donde Europa debería esforzarse más. Al haber una simbiosis de problemas políticos, religiosos, etc., es complicado, pero lo ideal sería normalizar toda esa situación para que puedan volver a vivir en un marco democrático y en una sociedad del siglo XXI.

Por otra parte, ¿cuál es la postura que Polonia y Europa deberían tomar ante una Rusia cada vez más fuerte?

-Es un tema muy complicado. Hay mucho pasado. Somos vecinos y tenemos cosas buenas y cosas muy malas. Ahora mismo las relaciones entre Polonia y Rusia están un poco frías, pero no hay una enemistad. Rusia siempre ha tenido una ambición imperialista y ello se sigue viendo en su control de todos los mercados de gas hacia Europa. Lo positivo sería poder llegar a una relación de colaboración comercial normalizada, pero siempre es delicado. Sin embargo, las relaciones entre las personas son totalmente diferentes: son muy buenas.