Viena - Austria estaba ayer digiriendo aún la sorpresa por la victoria del partido de extrema derecha FPÖ en la primera vuelta de las elecciones presidenciales del domingo, entre la sensación de que se acaba el monopolio del bipartidismo y el temor por la posible llegada de un ultra a la jefatura del Estado. Norbert Hofer, de 45 años, logró, con el 35,3 % de los votos, el mejor resultado a nivel nacional de la historia de esta formación y confirmó el ascenso de un partido euroescéptico y con tintes xenófobos, a costa de los dos partidos en el Gobierno, el Socialdemócrata (SPÖ) y el Popular (ÖVP).

El próximo 22 de mayo Hofer concurrirá como gran favorito en la segunda y definitiva vuelta de estas elecciones frente a Alexander van der Bellen, un economista, intelectual y antiguo jefe del ecologista y progresista Los Verdes, que arañó un 21,3%. Los dos candidatos de los partidos de la gran coalición de Gobierno lograron apenas el 11% de los votos cada uno.

Será la primera vez desde la II Guerra Mundial que el jefe del Estado no provenga de uno de esos partidos, que hace 10 años sumaban aún el 70% de los votos y cuyo apoyo electoral está ahora en caída libre ante el empuje del FPÖ.

El politólogo Anton Pelinka explicaba las razones de esa tendencia recordando que “el descenso continuado del SPÖ y del ÖVP desde la década de 1980 debido al cambio generacional de la sociedad, así como a un gran desconcierto y claros miedos hacia el futuro de una parte de la población”.

A ello se ha sumado, afirma, el amplio rechazo a “la política de asilo del Gobierno”, que ha pasado desde una inicial bienvenida sin límites hacia el cierre total de las fronteras. Algo que, según el experto, “dio la impresión de que (el Gobierno) optó por los objetivos del FPÖ” en el último momento. Aunque consideró que la elección de Hofer como presidente no tendría que afectar al funcionamiento del Ejecutivo, advirtió de que ciertos grupos en los dos partidos “se prepararán para una posible alianza con el FPÖ”, ante la perspectiva de que esta fuerza sea la más votada en las elecciones generales previstas para 2018.

La extrema derecha europea se apresuró a felicitar a Hofer, quien se presentó como la cara amable de una formación cuyos eslóganes suelen ser abiertamente antisistema, xenóbofos y euroescépticos. “Hay claramente una conclusión entre los pueblos europeos de que la Unión Europea es, en realidad, una estructura del sometimiento de los pueblos”, aseguró ayer Marie Le Pen, líder del Frente Nacional francés.