nairobi - El presidente de EEUU, Barack Obama, inició ayer una polémica visita a Etiopía que para muchos abrirá la puerta a una mejora de los derechos humanos en uno de los regímenes más represivos de África y, para otros, solo persigue ganar influencia en una de las economías que más crecen en el continente. Desde que se supo que Obama, el primer presidente estadounidense con raíces africanas, incluiría Etiopía en su cuarto viaje oficial a África tras pasar por Kenia, han arreciado las críticas por honrar con su presencia al régimen autoritario del presidente etíope, Hailemariam Desalegn.
Hace apenas dos meses Etiopía celebró elecciones legislativas en las que el gobernante Frente Revolucionario Democrático del Pueblo Etíope (EPRDF) y sus aliados obtuvieron una aplastante mayoría en el Parlamento Federal al ganar 546 de los 547 escaños que lo componen. Antes de la cita con las urnas, se había anulado más de la mitad de las candidaturas y se había extremado la represión contra opositores, activistas y periodistas, que fueron amenazados o encarcelados al amparo de una ambigua ley antiterrorista.
A pocas semanas de la visita de Obama, las autoridades etíopes liberaron a seis periodistas y blogueros en lo que muchos consideraron un lavado de cara ante la visita del presidente estadounidense. Esta medida fue celebrada como un “paso” por la principal asesora de seguridad de Obama, Susan Rice, quien admitió que todavía quedaba “mucho camino por delante”. El Gobierno de Obama viaja a “muchos países de Asia, África y Oriente Medio donde manifestamos nuestras preocupaciones sobre los derechos humanos, el respeto a la democracia y el Estado de derecho”, abundó Rice, en respuesta a las críticas por el viaje del presidente estadounidense a la dictadura etíope. - Efe
Interés oculto. No se ha hecho público el contenido económico de la visita de Obama a Etiopía, al igual que a Kenia, donde EEUU debe redoblar sus esfuerzos para parar los pies al implacable avance de China.
Transformación cosmética. El desarrollo que impulsa el Gobierno etíope ha agravado las desigualdades y elevado a 25 millones el número de ciudadanos pobres.