parís - El presidente de Francia, François Hollande, cumplió ayer sus dos primeros años de mandato seguro del rumbo marcado pero con la intención de ir "más rápido y más lejos", consciente de que a los franceses se les han pedido muchos esfuerzos y están "impacientes".

En una entrevista de una hora concedida a la cadena BFM TV, insistió en que se le juzgue sobre el conjunto del quinquenio, pero entonó el "mea culpa" al reconocer cierta falta de comunicación y de respuesta en asuntos clave del Ejecutivo. "Claro que me arrepiento de cosas. Podría haber ido más rápido, haber alertado más sobre la situación, haber reaccionado con más firmeza a asuntos como la ley sobre el matrimonio homosexual, que tardaron demasiado tiempo en cerrarse. Pero no soy persona de arrepentimientos, soy un presidente que esta preparado para reaccionar".

Hollande subrayó que los resultados, "que han tardado en llegar debido a la gravedad" de la coyuntura, "son posibles", y confió en que su mandato sea "el de la reforma y el cambio", y deje a la población con la sensación de que no se equivocó al confiar en él.

Hollande, admitió que no avisó lo suficiente a la ciudadanía sobre la gravedad de la crisis económica, pero pidió ser juzgado al final del quinquenio, fecha en la que aseguró que "habrá resultados".

El día en que se cumplíann dos años de su victoria en los comicios presidenciales, el presidente reconoció que ha pedido a la población "muchos esfuerzos", y señaló que de estar en su lugar se encontraría "impaciente, pero no decepcionado". "¿Disimulé la gravedad de la crisis? No, la cité durante la campaña. ¿No mencioné de forma suficiente después de las elecciones que la situación que encontré era grave? Sí, no lo dije demasiado", indicó en la entrevista.

solo debe una promesa Hollande, que comienza su tercer año de mandato con cotas de impopularidad históricas, subrayó que su objetivo es "volver a poner a Francia en marcha", e hizo hincapié en que su única preocupación "es el interés del país". El presidente defendió la política llevada a cabo en estos 24 meses, y aseguró que, pese a las críticas sobre su viraje hacia el neoliberalismo, sigue siendo de izquierdas, porque avanza "en dirección a la creación de empleo". "La única promesa que le debo a los franceses es que pueda bajar el paro y que el crecimiento se reparta", indicó Hollande, que dijo que sigue luchando por cumplir ese objetivo, "porque es el único que cuenta".

La disposición de acelerar el ritmo de la reforma territorial, de la simplificación de una serie de obligaciones administrativas, de la reducción de los costes laborales y de la bajada de los impuestos encabezaron el eje en torno al cual quiso centrar su acción en lo que queda de mandato. Y, como prioridad principal, el paro: "La única promesa que cuenta a los ojos de los franceses es que pueda bajar el desempleo y que el crecimiento se reparta", indicó Hollande, que dijo tener en ese objetivo su "obsesión".

En esa línea, reiteró su intención de no presentarse a un segundo mandato en caso de no conseguir invertir la curva del paro, que en estos momentos roza el 10%, alegando que no podría decir que tiene la solución para los próximos cinco años si no ha controlado ninguno de esos aspectos.

Especialmente firme se mostró al atajar las dudas del entrevistador en materia de política exterior: "¿Amateurismo en la salida de la crisis de la zona euro? ¿A la hora de intervenir en Malí, cuando nadie lo hacía y el terrorismo estaba a punto de ganar la partida? ¿Al ir a la República Centroafricana para evitar el genocidio?".

Pero no puede negarse, según explicó Jean-Marie Donegani, experto del Centro de estudios políticos de la Universidad Sciences Po (CEVIPOF), que entre la ciudadanía y el Ejecutivo ha habido un "divorcio", fruto de la reorientación económica y de no haber sabido transmitir un discurso que acentúa la presión sobre los hogares.

Hollande defendió ayer el plan de ahorro de 50.000 millones de euros entre 2015 y 2017 lanzado por el primer ministro, Manuel Valls, y aseguró que no ha habido un cambio de política, y que todo lo realizado se ha hecho no por su interés, sino por el de los franceses. "Estoy inmerso en un combate, y no es mi elección o mi reelección lo que me preocupa, sino el futuro de Francia", concluyó el jefe del Estado, que reafirmó que hay "un camino de salida" y animó a la población a "mantener la esperanza".

solo le aprueban dos de cada diez La popularidad del presidente de Francia, François Hollande, alcanzó este mes su nivel más bajo desde su victoria en las presidenciales, y se situó en una aprobación ciudadana del 21%, según un sondeo publicado ayery. La cifra, que se conoció el día que cumplía los dos años de mandato, supone una bajada de 5 puntos respecto a la registrada en la encuesta publicada por el instituto demoscópico Ifop hace un mes.

El sondeo, realizado por Ifop entre el 2 y el 3 de mayo a 1.005 personas, deja en mejor lugar al primer ministro, Manuel Valls, con una tasa de aprobación del 53% (6 menos).

Valls obtiene buenos resultados entre los votantes socialistas (72%), pero también entre los partidos más a la derecha, con porcentajes siempre superiores al 50%.

El sondeo revela que la oposición no atraviesa tampoco un buen momento en cuestión de credibilidad: sólo un 36% de los encuestados creen que haría un mejor trabajo que el actual Ejecutivo.

Esto demuestra, según el Ifop, que el buen resultado del partido conservador Unión por un Movimiento Popular (UMP) y del ultraderechista Frente Nacional en las elecciones municipales de marzo "no ha contribuido a reforzar la credibilidad de la oposición".

La encuesta también revela un escaso interés de los franceses por las elecciones europeas del próximo 25 de mayo: sólo un 36% mencionó ese escrutinio, por detrás de otros eventos de actualidad como el conflicto en Ucrania (56%) o la subida de la tasa de desempleo en Francia (53%). - Efe