TEL AVIV. Para Israel, el acuerdo alcanzado en Ginebra en el marco de las negociaciones nucleares con Irán es una pesadilla hecha realidad. Y no se muerde la lengua a la hora de criticarlo. "Lo que se acordado en Ginebra no es un acuerdo histórico sino un error histórico (...) Hoy el mundo se ha convertido en un lugar mucho más peligroso", dijo Netanyahu al comenzar la reunión semanal con su Consejo de Ministros.

Netanyahu cree que el presidente iraní, Hasan Rohani, está embaucando a Occidente con su postura moderada, pero solo hace que ponerles la miel en los labios: en realidad, Teherán sigue ansiando la bomba atómica. Además, a la cúpula de Jerusalén también le preocupa que, si Irán logra tener armamento nuclear, eso pudiera desembocar en una carrera armamentística atómica en los países árabes vecinos, como Arabia Saudí. Esta posición intransigente respecto a Teherán hace que Israel esté cada vez más aislado en la esfera internacional. Estados Unidos hace grandes esfuerzos por despejar las dudas de sus aliados, pero con escaso éxito: en Jerusalén sigue reinando la sensación de que las potencias mundiales podrían haber negociado un acuerdo mucho mejor en Ginebra. El pacto sellado rebaja notablemente las sanciones impuestas a Irán y al mismo tiempo, le permite mantener una importante parte de su programa nuclear. Para Teherán, esto supone "la mayor victoria diplomática" de los últimos años, en palabras del ministro israelí del Exterior, Avigdor Lieberman. El titular de Economía, Naftali Bennett, sostiene que Israel "no se ve sujeto a este mal acuerdo (con Teherán)". Y es que el país siempre ha amenazado indirectamente con que, en caso de necesidad, atacaría en solitario las instalaciones nucleares iraníes. Pero mientras se prolonguen las negociaciones para el acuerdo definitivo con Irán, esto se considera muy improbable. Tampoco las recientes declaraciones de la cúpula iraní contribuyen a calmar tensiones. El ayatolá Ali Jamenei calificó Israel de "perro rabioso" y señaló que el "régimen" israelí "está condenado al fracaso y al exterminio".

Más moderado, el presidente israelí, Simón Peres, pidió al pueblo iraní que obligue a sus dirigentes a abandonar el camino del "terrorismo" y "el lenguaje de la amenaza nuclear", porque las alternativas a la vía diplomática y al acuerdo interino alcanzado en Ginebra "son mucho peor".