Bilbao

todo allí es de siete estrellas". La frase, tan gráfica como redonda, pertenece a Dennis Rodman, exestrella de la NBA y sirve para describir la vida privada del líder norcoreano Kim Jong-Un. El modus vivendi del dirigente, relatado por el excéntrico deportista en el diario británico The Sun, nada tiene en común con el modo de vida espartano de sus compatriotas y tampoco con la austeridad de la que hace gala en sus exposiciones públicas, convertidas en un escaparate donde magnifica su poder absoluto con una puesta en escena teatralizada al paroxismo. En sus apariciones también se refleja el aire marcial bajo la hoz y el martillo, sostén de un país cuya población agita con veneración la bandera del comunismo y rinde honores cuasi místicos a su megalómano mandatario. A un viaje lunar del comunismo como ideología, alrededor de Kim Jong-Un la banalización de los postulados comunistas alcanzan cotas insostenibles. "El contraste entre el estilo de vida de Kim Jong-Un con el modo de vida de sus pueblo, es brutal. El mandato de Jong-Un es similar al de una monarquía del medievo. Por eso no debe extrañar su vida de lujo a pesar de cómo vive su pueblo", alumbra Asier Blas, politólogo y profesor de Ciencias Políticas de la UPV.

"No puedes encontrar una mota de polvo en el suelo o en la pared. Su gente se desvive por hacerle feliz. Nunca he visto nada parecido. Kim Jong-Un entra en una habitación y todos se levantan, sus hermanos, sus amigos, y aplauden. Lo hacen por respeto y no les importa hacerlo", apunta Dennis Rodman. Un séquito compuesto por medio centenar de personas acompaña, jalea y ríe las gracias del líder norcoreano, que según algunas informaciones vivió en Suiza, donde estudió en elitistas colegios entre la década de los 90 y 2009, cuando regresó a su país para continuar con el legado de su padre, Kim Jong-Il, que a su vez heredó el mandato de parte de su progenitor, Kim Il Sung. "Su abuelo era un guerrillero, pero ya su padre mostró interés por los productos de Occidente. Kim Jong-Un es un devoto del estilo de vida occidental", reflexiona Asier Blas sobre el desvanecimiento de la línea original del trazado. "Kim Jong-Un no es como su padre. Adora Estados Unidos y quiere que haya comunicación", especifica Dennis Rodman sobre el mandatario, que sobre una base comunista aplica "un modelo de sociedad espartano, muy austero para el pueblo", subraya el politólogo. Para Asier Blas, el líder actúa de un modo "lógico" a pesar de la enorme contradicción que existe entre lo que quiere para él y lo que impone a sus compatriotas. "No hay que perder la perspectiva. Él, al fin y al cabo, es un heredero, y su vida se asemeja a la de los monarcas que se han criado con lujos. Tal vez impacta más porque se sitúa en el marco ideológico del comunismo, pero lo normal es que Kim Jong-Un sea caprichoso en su vida privada y no se prive de nada". No lo hace. Literalmente. Lo recuerda Rodman, que navegó junto a su anfitrión. "Hemos viajado en su yate? Mide 70 metros, es un cruce entre un ferry y un barco de Disney. Sentado a su lado pensé que me gustaría que la gente de occidente viera que en Corea del Norte no se vive tan mal".

"De lo que quieras, lo mejor" Dennis Rodman contactó con el dictador por vez primera en febrero con motivo de la grabación de un documental sobre la visita del equipo de baloncesto The Harlem Globetrotters a Corea del Norte. Kim Jong-Un es un ferviente admirador del baloncesto y después de aquella experiencia quiso compartir con Rodman más capítulos de su vida de faraón, en la que el lujo es una constante. "Si te bebes un tequila, es el mejor. De todo lo que quieras él tiene lo mejor", enmarca el jugador, entusiasmado por el obsceno oropel del mandatario, tan extravagante como poderoso. "Si Puff Daddy (cantante de rap que se jacta de pegarse la gran vida) fuera a Corea del norte sería mucho más humilde. ¿Se cree que es poderoso? Que vaya a ver como vive Kim. Es mucho más grande que Obama."

No exagera del todo Rodman. De hecho, en la burbuja de oro de la que disfruta el líder norcoreano tiene sitio para una isla, al parecer paradisiaca, en la que él es el único habitante. Un rico Robinson Crusoe. "La isla de Kim es impresionante. Es como Ibiza, o Hawai, pero él es el único que vive en ella. Hemos cenado y comido juntos, hemos montado a caballo, hemos hecho esquí acuático...", desgrana Rodman sobre su experiencia junto a Kim Jong-Un, máxima autoridad de un estado opaco, donde los derechos humanos apenas tienen recorrido y las condiciones de vida son, mayormente, precarias. "Los habitantes de Corea del Norte no nadan en la abundancia, precisamente", dice Asier Blas, que agrega: "el propio régimen ha reconocido varias hambrunas".

un país con hambrunas Los recursos naturales son escasos en un país aislado, amparado por el hermetismo y su arsenal nuclear. Recientemente, desde la agencia de alimentación de Naciones Unidas se apuntó que 2,8 millones de norcoreanos necesitarán alimentos para paliar la pobreza en la que están sumidos a causa de las cíclicas hambrunas que padece la nación. Mientras la población sufre los efectos de la suela del dictador, Kim Jong-Un continúa su exuberante existencia. Según un informe del parlamento de Corea del Sur, su archienemigo, desde que Jong-Un accedió al poder en 2011, las importaciones de artículos de lujo se han duplicado en Corea del Norte, alcanzando los 478 millones de euros. De estos, 25 se atribuyen a importaciones de bebidas alcohólicas; cerca de 30 millones corresponderían a bienes tecnológicos y no menos de 7 estarían destinados a la compra de relojes de lujo. "Kim Jong-Un no deja de ser la imagen del régimen, pero los que mandan son los militares", analiza Asier Blas.

escándalos en pcch En China, quien manda es el Partido Comunista chino, un foco de poder en el que los escándalos vinculados al lujo, la corrupción y los desfalcos también se han dejado notar en los últimos tiempos entre la clase dirigente. El diario Financial Times tuvo acceso a un informe del Banco Central de China que calculaba que los funcionarios chinos corruptos sacaron del país más de 70.000 millones de euros durante los últimos 15 años. "Esta clase de comportamiento se produce, principalmente, en los países en los que se da un gran crecimiento económico. Ocurre en China y ocurrió en España", certifica Asier Blas. Recuerda el politólogo que a finales de la década de los 70, Den Xiaoping, líder chino, dio su bendición al crecimiento económico. "El socialismo y la economía de mercado no son incompatibles", dijo el líder comunista por lo "que de alguna manera abrió las puertas al capitalismo", establece Asier Blas. Más tarde, los empresarios se incrustaron en la política y tomaron asiento en el Politburó. Al calor del desorbitado crecimiento económico de China, la nueva superpotencia, y del incesante torrente de dinero que comenzó a fluir, el capitalismo feroz domina la economía del gigante asiático. Entre tanto dinero, irremediablemente el lujo se coló en los garajes de los mandatarios. Hijos de destacados dirigentes, denominados principitos, siguieron el rojo, pero no el de la bandera comunista, sino el rojo Ferrari.

En uno de ellos se estrelló un príncipe en Pekín. En el siniestro murió él y una de sus dos acompañantes. El accidente provocó un enorme impacto entre la nobleza del PCCH y suscitó un debate no menos alarmante entre la sociedad, que se preguntaba cómo el hijo de un mandatario podría pasearse en un Ferrari. Aunque trató de ocultarse el incidente, se supo que el coche pertenecía Ling Gu, hijo un destacado miembro del partido. Según el South China Morning Post, el joven fue incinerado con un nombre falso para no dañar la reputación de su padre, señalado por Hu Jintao para ascender en Politburó. Ese planteamiento se desmoronó cuando se conocieron los detalles del caso. Al asunto del Ferrari, recientemente se le han sumado graves escándalos de sobornos y desfalcos en las altas esferas. La sucesión de este tipo de episodios han dañado severamente la reputación del Partido Comunista chino, obligado a poner coto a los desmanes mientras la población observa cómo se abre cada vez más la brecha entre ricos y pobres. Hoz, martillo y yate.