La semana política ha arrancado en el Estado condicionada por los ecos de los ajustes de estructura acometidos por PP y PSOE. Con tonos y orientación claramente contrapuestos, ambos partidos se manejan con prioridades de imposible coincidencia. Pedro Sánchez sigue empeñado en dar sentido a la segunda parte de la legislatura tras hilvanar, con dificultad, las estructuras del PSOE pero con su electrocardiograma dependiente de las filtraciones y acciones judiciales en el caso de corrupción que afecta a sus dos anteriores secretarios de Organización, de mucho mayor impacto incluso que las que se refieren a sus familiares. Sánchez ha cosido el partido con los activos que ya tenía en su gobierno y con la explícita disidencia del sector más crítico. Su mirada tendrá que volverse inevitablemente a la acción de ese gabinete y a vencer las dificultades que la división entre sus socios de investidura sigue representando para devolverle la iniciativa. Su futuro está ya más ligado a su capacidad de mostrarse útil que a la mera adhesión a su causa como mecanismo para poner freno a la derecha. para ello debe soslayar el riesgo de condenar sus iniciativas al mismo desgaste que las últimas han cosechado por la dificultad de aglutinar mayorías en torno a ellas. Sánchez precisa un tiempo cada vez más caro. En el otro lado, Alberto Núñez-Feijóo no pretende renovación; ha lanzado la campaña de una convocatoria electoral para la que la dilación temporal es su enemiga. Tras su victoria pírrica en las generales de 2023, necesita volver a las urnas y, al igual que Sánchez, empezó por agrupar a su partido en torno a su liderazgo. En ese sentido, es claro ganador de los pulsos soterrados con el ala más ultraconservadora del PP. Pero lo es haciendo suya su retórica hasta el punto de no estar claro quién absorbe a quién. El presidente del PP pretende sumar con la ultraderecha sin descartar al soberanismo vasco y catalán, pese a ser opciones excluyentes por definición. Precisamente la evidencia de este hecho, unido a su alineamiento con Vox cuando le ha sido necesario, resta credibilidad a su enunciado en busca del centro político y el acercamiento por esa vía a PNV o Junts. Feijóo pide una mayoría suficiente para gobernar en solitario con apoyo externo de la ultraderecha. Igual que en 2023, cuando los resultados electorales no se lo permitieron.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
