Enniskillen. El G8, el grupo de los siete países más ricos y Rusia, respaldó ayer una "transición democrática" en Siria y pidió que se celebre "lo antes posible" en Ginebra una reunión entre rebeldes y partidarios del régimen de Damasco, en busca de una "solución pacífica" al conflicto. Los jefes de Estado y de Gobierno de Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Rusia, Alemania, Francia, Canadá e Italia concluyeron ayer una cumbre anual de dos días, bajo presidencia británica, en Lough Erne (Irlanda del Norte) marcada por el conflicto en Siria, que ha causado ya 93.000 muertos. El G8 se compromete a dedicar otros 1.500 millones de dólares de ayuda humanitaria a Siria y expresa su disposición a "liderar el apoyo internacional para una transición democrática" en un país que sufre la "amenaza del terrorismo y el extremismo" por un conflicto de "creciente naturaleza sectaria".

El comunicado final del encuentro contiene siete puntos sobre el conflicto de Siria, pero no cita expresamente al presidente de ese país, Bachar al Asad, debido al rechazo frontal del dirigente ruso, Vladimir Putin, y a las "profundas divergencias" en el seno del G8, según reconoció el primer ministro británico y anfitrión de la reunión, David Cameron.

Cameron opinó que los líderes de los países ricos y Rusia han sido capaces de "superar" esas divergencias para marcar una hoja de ruta que lleve a una solución al conflicto en Siria, mientras Putin señalaba que el fin del "baño de sangre" sólo llegará "con medios políticos y diplomáticos". Aun así, Putin no cerró la puerta a suministrar armas al régimen sirio, al tiempo que volvía a expresar su oposición a entregar equipamiento militar a los rebeldes que combaten a Al Asad. En el comunicado final, los países del G8 resumen en todo caso sus coincidencias sobre cuál debe ser, en su opinión, la salida a un conflicto de preocupantes consecuencias humanitarias, que pasaría por la rápida convocatoria de la conferencia de Ginebra.