Tel Aviv/damasco. El bombardeo contra instalaciones militares cerca de Damasco, supuestamente perpetrado por aviones israelíes, elevó ayer la tensión en la región, que según el régimen sirio de Bashar al Asad podría verse abocada a "una guerra que amenace la paz internacional". Al parecer, el principal objetivo fue el Centro de Investigaciones y Estudios Científicos del Ejército sirio en la localidad de Yamaraya, donde además se encuentra un almacén de armamento. El Ministerio sirio de Exteriores denunció poco después que el bombardeo causó numerosos muertos y heridos civiles, aunque esta información no ha podido ser confirmada. Se trata del segundo ataque israelí en dos días, después del realizado contra un cargamento de misiles iraníes, modelo Fateh-110, que iban dirigidos a la milicia chií libanesa Hezbolá. Israel, de momento, no se ha responsabilizado de forma oficial de ninguna de las dos operaciones.
Damasco, por su parte, reconoció que uno de los blancos del presunto ataque de la aviación israelí de ayer fue el centro de investigación militar de Yamaraya, en el monte Qasium, a las afueras de la capital, mientras que el portavoz del Ejército Libre Sirio (ELS), Qasem Saadedin, explicó que el ataque alcanzó tres cuarteles militares que pertenecen al cuerpo de elite de la Guardia Republicana, un silo de misiles Scud en Maareba y otro de misiles iraníes Fateh, en la zona de Qudsiya. Los bombardeos destruyeron, además, almacenes de municiones ubicados en el monte Qasium, un edificio militar cerca de las Fábricas de la Defensa en la zona de Al Hameh y el citado centro de investigación militar de Yamaraya.
El ataque causó un enorme estruendo y grabaciones difundidas en internet por activistas sirios mostraban un gran incendio en la zona del monte Qasium. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, "los residentes de la zona dijeron haber visto aviones en el cielo justo en el momento de las explosiones en el Centro de Investigaciones y Estudios Científicos y en los depósitos de armas de Yamaraya y Al Hama".
El mismo centro de investigación fue atacado ya por Israel el pasado enero. El objetivo entonces fue un cargamento de misiles antiaéreos SA-17, fabricados en Rusia y que la inteligencia estadounidense sospechaba que se dirigían también a Líbano para la milicia chií de Hezbolá. En enero, Israel tampoco confirmó ni desmintió su implicación en el ataque.
Tras conocerse la noticia, las reacciones del régimen de Al Asad no se hicieron esperar ayer. Este calificó la acción israelí de "declaración de guerra". El ministro sirio de Información, Omran al Zubi, advirtió de que la agresión "abre las puertas a todas las posibilidades". "Israel no puede jugar con el destino de Siria. Siria tiene el derecho a proteger por todos los medios al país y a su pueblo de toda agresión extranjera", subrayó el titular de Información.
Tras una reunión de urgencia del Consejo de Ministros, Al Zubi aseguró que este ataque "confirma el vínculo entre los grupos de ideología radical islámica e Israel". En la misma línea, unas misivas enviadas por Siria al Consejo de Seguridad y al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, denunciaron que la agresión tiene "el objetivo de prestar apoyo militar directo a grupos terroristas dependientes del Frente al Nusra, uno de los brazos de Al Qaeda". Según las cartas, estos bombardeos cuentan con la cobertura política de Estados Unidos y coinciden con avances del Ejército sirio en su lucha contra los "terroristas".
El Ministerio de Exteriores advirtió de que, si Israel continúa sus "actos de agresión", eso podría conducir a la región a "una guerra que amenace la paz y la seguridad internacionales". Este peligro también fue destacado por la Liga Árabe y Egipto, que aseguraron que estas acciones "complican aún más la situación (en Siria) y amenazan la estabilidad en la región". El secretario general de la Liga Árabe, Nabil al Arabi, pidió al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas su intervención inmediata para cesar dichos ataques y alertó de "las consecuencias graves que pueden traer". Por su parte, el portavoz del Ministerio iraní de Exteriores, Ramin Mehmanparast, cuyo país es el principal aliado en Oriente Medio de Damasco y también de Hezbolá, aseguró que el pueblo sirio responderá a ese ataque. Asimismo, llamó a los países islámicos a condenar el ataque en la ONU.
Líbano también condenó el bombardeo e instó a Naciones Unidas a que obligue a Israel a respetar las resoluciones internacionales. "Ese acto no es inusual en nuestro enemigo mutuo, cuya política está basada en la agresión", manifestó el presidente libanés, Michel Suleiman. El mandatario acusó a Israel de aprovecharse de "las circunstancias que está viviendo Siria como solía hacer en el Líbano durante los días de crisis".
Hezbolá Ante las acusaciones del régimen de que "el ente sionista" apoya a los rebeldes en Siria, el portavoz del ELS apostilló que el bombardeo de ayer "no quiere decir que Israel defienda al pueblo sirio". Saadedin destacó que la reacción israelí es "para proteger su seguridad e impedir que el régimen sirio traslade misiles con capacidad de llevar cabezas químicas al sur de Líbano", bastión de Hizbolá.
Este bombardeo se produce después de que el viernes pasado otro ataque con misiles contra territorio sirio, del que Israel tampoco ha reclamado su autoría, alcanzara un convoy con armas aparentemente destinadas a Hezbolá, aliado de Damasco. El régimen sirio colabora desde hace tiempo con Irán en el suministro de armas a Hizbulá, que apoya al Ejército sirio en sus combates contra los rebeldes, entre el temor cada vez mayor a una internacionalización del conflicto. Israel no teme una respuesta inmediata de Siria o sus aliados, como apunta el hecho de que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, partiera ayer a China de viaje oficial. No obstante, no se descarta que la reacción a los bombardeos pudiera llegar en forma de atentado contra objetivos israelíes en el extranjero, como el ocurrido en Bulgaria el año pasado y que acabó con cinco turistas israelíes muertos, ataque que se sospecha que fue autoría de Hezbolá.
Reacción de la ONU Ante la reciente escalda de la tensión, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió ayer calma y moderación a las partes. "En este punto Naciones Unidas no tiene detalles sobre este incidente y tampoco está en posición de verificar de forma independiente lo ocurrido", manifestó la oficina del portavoz de la ONU en un comunicado.
En todo caso, Ban llamó a todas las partes a mantener la calma y a actuar con moderación y sentido de la responsabilidad para prevenir una escalada de un conflicto que "ya es devastador y altamente peligroso". Por último, Ban urgió a respetar la soberanía nacional y la integridad territorial de todos los países de la región "y a adherirse a todas las resoluciones relevantes del Consejo de Seguridad".