Tarcisio Bertone ha sido durante el mandato de Benedicto XVI el poder en la sombra, el hombre que, como Secretario de Estado Vaticano, gestiona las cuestiones políticas y diplomáticas de la Santa Sede. Ahora él es quien tiene todo el poder de la Iglesia hasta la elección de un nuevo Pontífice. Un papel que el italiano lleva años desarrollando en la sombra aunque su nombre sí lo han sacado a la luz los medios italianos acusándole de ser el causante de la mala gestión en los múltiples escándalos vaticanos. A pesar de ello, Bertone podría conseguir todo el poder porque aparece en todas las quinielas como uno de los posibles papables.
Como camarlengo debe, ayudado por tres purpurados asistentes, administrar los bienes y de los derechos temporales de la Santa Sede hasta la elección de un nuevo Pontífice. Un trabajo que, como todo en esta ocasión, se ha salido del protocolo habitual ya que Benedicto XVI no ha muerto sino que ha renunciado. Esto le ha evitado tareas como firmar el acta de defunción o confirmar la muerte del Pontífice.
Sin embargo, hay liturgias que se siguen repitiendo como el aislamiento del apartamento papal para evitar que alguien se infiltre y robe documentos. Una acción que Bertone realizó justo después de la salida de Ratzinger de la que hasta ahora era su casa.
Bertone ostenta ahora el poder de la Iglesia, pero es un poder transitorio y, sobre todo, limitado. La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis dice que mientras la sede esté vacante, el colegio de cardenales no tiene ninguna potestad sobre las cuestiones que le corresponden al Papa. Además las leyes no pueden ser corregidas ni modificadas y los cardenales solo pueden tomar decisiones urgentes como establecer el día, la hora y el modo en que el cadáver será trasladado a la basílica, además de preparar las exequias en caso de que el Papa haya fallecido.
uno de los 'papables' Bertone ha permanecido tras la sombra del Papa desde el 4 de abril de 2007, cuando Benedicto XVI decidió nombrar a uno de sus mayores colaboradores desde tiempo antes de asumir su nuevo mandato. Ahora puede que haya llegado el turno de ser él quien porte el anillo del pescador, símbolo papal, ya que es uno de los posibles sucesores de San Pedro.
Uno de sus aspectos negativos puede ser la edad. Los expertos hablan de que todo apunta a que el próximo Pontífice será alguien joven, por lo que Bertone se saldría de la quiniela. A sus 79 años, este italiano nacido en Turín ha estado a punto de quedarse sin voto dentro del Cónclave, un derecho que solo tienen los menores de 80 años. También Bertone llegó por los pelos a su cargo, ya que accedió a él con 75 años, la edad en la que los cardenales ya pueden jubilarse.
Otro de sus aspectos negativos es el hecho de que la prensa italiana le culpa de no haber sabido gestionar bien los múltiples escándalos que la Santa Sede ha tenido durante los últimos años. Casos de pederastia en Estados Unidos, una lucha de poder interna dentro del Vaticano o la boda del arzobispo africano Enmanuel Milingo con una coreana por el rito Moon han sido algunas de las numerosas polémicas con las que ha tenido que lidiar.
Un mandato complicado tanto para Benedicto XVI como para su segundo en el gobierno vaticano, donde no han faltado los conflictos entre ellos. Tanto es así que en el verano pasado se llegó a rumorear que Ratzinger sustituiría a Bertone quizá para tratar de mitigar los conflictos internos y que, sumados al cansancio del ya Papa emérito, han provocado una renuncia que no había ocurrido desde hace siglos.
A pesar de los rumores, Bertone ha continuado en su puesto durante todo este tiempo. Un cargo que alcanzó después de una larga carrera que comenzó el 1 de julio de 1960 cuando fue nombrado sacerdote.
una larga trayectoria Bertone es miembro de la Sociedad de San Francisco de Sales de San Juan Bosco (Salesianos), es licenciado en Teología por la Facultad salesiana de Turín y obtuvo el doctorado en Derecho Canónico, en Derecho Público Eclesiástico, Teología Moral y Derecho Canónico por la Universidad de Roma y Turín. A esto hay que sumar que impartió clases en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma.
Desde la década de los años ochenta fue consultor de diversos dicasterios de la Curia Romana, en especial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antiguo Santo Oficio. Colaboró en la fase de revisión del Código de Derecho Canónico, publicado en 1983.
Nombrado en 1991 arzobispo de Vercelli, el 13 de junio de 1995 renunció al gobierno pastoral de la archidiócesis al ser nombrado secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Asimismo, publicó la tercera parte del secreto de Fátima, durante el Jubileo de 2000 y, junto a Ratzinger, estudió la documentación sobre los escándalos relacionados con abusos sexuales supuestamente atribuidos a sacerdotes y prelados estadounidenses.
Ahora su próxima línea en el currículum podría ser la del sucesor número 265 de San Pedro en la Iglesia. Un cargo, el de Papa, al que es seguro que él dará paso desde su puesto de cardenal camarlengo que le otorga el poder de la Iglesia, por lo menos, hasta que haya un nuevo Pontífice.