Oslo. Seis dígitos, 22.07.11, aparecían ayer en portada del periódico Aftenposten e indican que Noruega se ha unido al grupo de países golpeados por grandes ataques terroristas. Al menos 92 personas murieron en el centro de Oslo y en un campamento juvenil del Partido Laborista en la isla de Utoya, lo que convierte los ataques del viernes en el peor acto de violencia en el país desde la Segunda Guerra Mundial. El primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, confió ayer en que el doble atentado no afecte al carácter abierto y democrático del país nórdico. "Espero que podamos mantener Noruega como es, abierta y democrática", aseguró Stoltenberg al ser preguntado por los periodistas sobre las consecuencias que podría tener en la población la "mayor tragedia nacional desde la Segunda Guerra Mundial", según sus propias palabras.
"Noruega es un país donde los políticos tienen una relación cercana con la gente, donde los jóvenes son políticamente activos sin tener miedo. Voy a hacer todo lo que pueda para mantener esto así", agregó. A continuación, abogó por dejar trabajar a las fuerzas de seguridad para llegar al fondo de este doble atentado, en el que han muerto personas que el primer ministro noruego conocía personalmente, según explicó. Tanto Noruega como la vecina Suecia están orgullosas de su relativamente abierto acceso público a los políticos y con frecuencia se ve a los miembros del gabinete acudiendo a pie a sus reuniones o encuentros privados.
Incluso, muchos de ellos tienen sus teléfonos en las guías telefónicas públicas. Esa tradición de apertura sufrió su primer reto en Suecia tras el asesinato de Olof Palme en 1986. El entonces primer ministro fue tiroteado en el centro de Estocolmo mientras regresaba del cine a su casa. Ahora, el jefe de Gobierno noruego Stoltenberg destaca que es clave que Noruega siga siendo "un país donde los jóvenes puedan estar activos en organizaciones políticas y juveniles sin tener miedo".
Visita a Utoya Stoltenberg, el rey Harald y otros miembros del gabinete del Gobierno, así como la familia real, se reunieron con amigos, supervivientes y familiares de las víctimas en un centro de crisis instalado cerca de la isla de Utoya. El primer ministro también se desplazó al lugar de la matanza, lugar donde, según recordó, empezó su carrera política. "Noruega es un país pequeño, pero con un fuerte espíritu de solidaridad", dijo el político noruego a los medios de comunicación para reafirmar su convicción de que "recuperaremos este lugar como nuestra isla", por encima del "peso de la tragedia".
La isla de Utoya, a unos 40 kilómetros de Oslo, pertenece al Partido Laborista de Noruega desde los años 50. Es allí donde cada verano se celebra el campamento de la organización juvenil de la formación actualmente gobernante, al que acuden cientos de personas cada año -el viernes estaban 560-. Los participantes suelen ser jóvenes de entre 13 y 30 años, por lo que muchos de los fallecidos el viernes eran menores de edad. Además de formación política, los encuentros también están destinados al conocimiento mutuo, la práctica del deporte y el entretenimiento. La isla minúscula, un reducido espacio que el viernes se convirtió en un infierno.
Stoltenberg tenía previsto de antemano visitar ayer la isla para participar en el campamento de las juventudes de su partido. "Fue un ataque al paraíso de mi juventud, convertido ahora en un infierno", afirmó el político en alusión a sus visitas al lugar en su juventud como participante de los campamentos.
Frente al miedo "Recuperaremos Utoya" es el llamamiento que están realizando ahora algunos jóvenes noruegos, para que esta isla no quede en el recuerdo como el lugar del horror. "Los ataques se dirigieron contra la juventud, en momentos como este tenemos que estar juntos y guardar luto por las víctimas", señaló, por su parte, el ministro del Exterior, Jonas Gahr Store. En un editorial, el diario Dagbladet señalaba: "Ahora tenemos que evitar la ocupación del miedo como ocurrió con Estados Unidos tras el 11 de septiembre de 2011. Mejor miremos hacia España o Gran Bretaña para ver cómo la gente reclamó la libertad tras los terribles actos terroristas de 2004 y 2005". "Durante unas horas, ayer sentimos que Noruega estaba otra vez ocupada", señala el editorial.
Las víctimas de la isla de Utoya recibieron ayer muestras de solidaridad de diferentes organizaciones juveniles de todo el mundo, entre ellas las de EGI, las juventudes de EAJ/PNV. "Nos parece muy preocupante que en la Europa del siglo XXI se cometan actos contra la libertad de pensamiento", señalaron en un comunicado. Desde la organización, quisieron enviar sus condolencias y expresar su solidaridad al pueblo noruego, las víctimas y sus familiares, así como al Partido Laborista y a su organización juvenil.