BRUSELAS. Los líderes de las dos formaciones políticas más votadas en Bélgica, el socialista francófono Elio Di Rupo (PS) y el nacionalista conservador flamenco Bart De Wever (N-VA), reanudan hoy tras diez días sin contacto las negociaciones para formar Gobierno.

Los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, André Flahaut (PS) y Danny Pieters (N-VA) ejercen de mediadores, una misión para la que fueron designados oficialmente por el rey el pasado día 4 tras la renuncia de Di Rupo a seguir coordinando los esfuerzos por formar un nuevo Ejecutivo.

El encuentro es interpretado por la prensa belga como un nuevo intento de poner fin a la crisis política y aproximar posiciones entre los siete partidos del norte y del sur del país de los que saldrá previsiblemente la nueva coalición gubernamental.

Entre tanto, crecen las hipótesis sobre la posible división del país ante la dificultad para pactar una reforma del Estado que permita dotar a Bélgica de un Ejecutivo federal.

El hecho de que sean esta vez los políticos y medios francófonos los que hablen abiertamente del final de Bélgica como estado es considerado por los flamencos como una estratagema para forzar el acuerdo.

Los principales puntos de fricción entre la mitad norte del país (Flandes, neerlandófona) y el sur (Valonia, francófona) siguen siendo la transferencia de competencias federales a las regiones y la situación de la región-capital de Bruselas.

Los líderes políticos confiaban en haber superado las dificultades para septiembre, pero Bélgica ha reanudado el curso político con un Gobierno todavía en funciones, lo que supone la paralización de numerosas cuestiones políticas y administrativas y proyecta una imagen de inestabilidad en un momento en el que el país ejerce la presidencia rotatoria de la UE.

Los siete partidos que negocian la reforma son tres valones -socialistas (PS), verdes (Ecolo) y centristas ex democristianos (CDH)- y cuatro flamencos -socialistas (SP.A), verdes (Groen), democristianos (CD&V) y soberanistas (N-VA)-.