Ya hace muchas décadas que los semáforos forman parte del paisaje urbano. Ciudades y pueblos cuentan con esos aparatos eléctricos de señales luminosas que regulan la circulación y evitan numerosos accidentes de tráfico, además de salvaguardar la integridad de los peatones. Su función es indispensable, y basta comprobar el caos y el peligro que se originan en un cruce cuando por alguna razón no funcionan.

Han evolucionado en su diseño y en su tecnología desde que se usaron por primera vez en Londres en 1868, pero su sencillo funcionamiento se mantiene invariable. Constan de tres luces y dos de ellas no admiten dudas: con la roja hay que detener el coche y con la verde se puede proseguir la circulación.

Acelerar o frenar ante el ámbar

Las dudas llegan con la luz intermedia, la de color ámbar, que da para unas cuantas interpretaciones y que cada cual parece elegir la que más le interesa. De hecho, por ejemplo en Francia tienden más a frenar y en España, a acelerar para no perder tiempo esperando. En principio, como señala el RACE, el conductor al ver la señal en ámbar, debe reducir la velocidad y prepararse para detenerse, ya que ese color le está indicando que en un segundo o dos aparecerá la luz roja.

Sin embargo, si el conductor se encuentra ya demasiado cerca del semáforo cuando la luz se pone ámbar y una frenada brusca podría causar un accidente o poner en peligro a otros conductores, es recomendable no detenerse, sino atravesar el cruce extremando la precaución.

Instalación de 'foto-rojo'

La cuestión es que en los últimos años en muchas ciudades se están instalando en algunos semáforos unos sistemas, conocidos como foto-rojo, que suelen estar ubicados junto a pasos de peatones con semáforo y que cuentan con una cámara que identifica a los vehículos que lo rebasan cuando está en rojo, para proceder a la correspondiente sanción.

Esos semáforos con cámara deben estar correctamente señalizados, como pasa con los radares fijos, para que los conductores puedan saber que se acercan a uno de ellos. De lo contrario cualquier sanción no tendría validez jurídica.

Al detectar las cámaras que un coche se ha saltado el semáforo en rojo realizan varias fotografías, antes de la línea de detención y después de haber rebasado el paso, enfocando también el paso de peatones y el propio semáforo para que quede constancia del color que señalaba en ese momento.

¿Multa por pasarlo en ámbar?

La pregunta que muchos conductores se hacen es si esos radares te pueden multar si pasas el semáforo en ámbar. Y aunque lo conveniente es detenerse con la luz de ese color, la respuesta es que no pueden multarte. De hecho, mientras el disco no esté en rojo la cámara ni siquiera se activa, con lo que no existe el peligro de aparecer en la fotografía.

Estas cámaras, que funcionan tanto de día como de noche, cuentan con un sistema de infrarrojos que permiten leer la matrícula en condiciones de poca visibilidad, con lo que las bicicletas y los patinetes escapan a su control.

Eso sí, hay excepciones en las que saltarse ese semáforo en rojo no conllevará una sanción, y es para dejar paso a una ambulancia o a un vehículo policial. Si bien la cámara realizará las fotos pertinentes, la multa no debería llegar, porque no se tramitan automáticamente, sino que deben ser validadas una a una por agentes de movilidad. Así que cuando comprueben que estaba dejando pasar a un vehículo prioritario no tramitarán la sanción. En caso de que no se den cuenta y sí lo hagan siempre quedará la opción de recurrirla.

Sanciones por saltarlo en rojo

Si bien queda claro que pasar un semáforo con el disco en color ámbar no es motivo de sanción (aunque lo recomendable en condiciones generales sea frenar), saltárselo en rojo, ya sea controlado por el conocido como foto-rojo o por un agente, se considera una infracción grave castigada con una multa de hasta 200 euros (que se reducirían a la mitad en caso de pronto pago) y la pérdida de cuatro puntos del carné de conducir. Así que conviene pensárselo un poco, con el añadido del riesgo que comporta esa maniobra.