BILBAO. Hay quien sostiene que corremos el riesgo de recordar esta crisis que asola el mundo del automóvil no como la más dura y cruel de todas, sino como la definitiva. Miguel Delgado, alma máter de Lejarza, no comparte esa teoría fatalista y se rebela contra el pesimismo con los pies en la tierra. La suya es una opinión cualificada que él ofrece con el aplomo que confieren treinta y ocho años al timón del primer grupo de automoción de Euskadi.
Como hombre de empresa de largo recorrido, que ha presidido a los concesionarios de Bizkaia y es miembro del consejo de Faconauto, ¿puede ofrecer un diagnóstico del sector del automóvil que invite al optimismo?
Estamos en una crisis profunda que ya dura seis años. Y lo malo es que no sabemos cuándo va a terminar. Seguimos en un túnel y no vemos la luz al final. Y eso, la incertidumbre, es lo peor. Al final el coche se ve castigado porque es un producto de consumo y éste ha caído. No soy especialmente optimista, pero creo que tocamos fondo este año, que el mercado ya no puede seguir perdiendo más del 60% y empezará a remontar. Estoy convencido de que a partir de ahí vamos a tener un crecimiento leve, casi plano al principio, del 3 al 5% durante dos o tres años.
¿Resistirán tanto los concesionarios, eslabón débil del sector?
Puede haber relevo de propietarios, en algunos casos por puro agotamiento, pero no desaparición de marcas. Lo que tiene que cambiar es el modelo de negocio. El sistema de márgenes comerciales que rige la venta de coches, con retribuciones fijas mínimas y mucho en variables, está desfasado, no es acorde a un mercado tan reducido. La administración debería aplicar nuevos criterios medioambientales y de seguridad para renovar el parque, eliminando modelos obsoletos, contaminantes y peligrosos. También tiene que cambiar el empresario.
¿En qué?
Vivimos de la clientela: hay que cuidarla y fidelizarla para mantenerla. Una de las facetas primordiales de este negocio es la gestión de la posventa. Nosotros siempre hemos sido sensibles a ella. Quizá somos más bien conservadores en la venta, puesto que no tiramos los precios, pero no escatimamos esfuerzos a la hora de dar servicio al público. Hoy el negocio en ese ámbito ha caído más del 50% y nos hemos visto obligados a redimensionar nuestros medios, pero seguimos esforzándonos para mantener una plantilla bien dimensionada y perfectamente capacitada. El objetivo es satisfacer al cliente.
Emplea constantemente en plural y alude mucho a su equipo.
Es que es muy importante. Por suerte contamos con un equipo humano muy profesional y entregado a su trabajo. Gracias a ellos Lejarza es lo que es. Y no hablo solo del equipo directivo, sino de toda la plantilla. Es a esas personas a las que hay que agradecerles estos ochenta años. También a aquellas que, por necesidades del momento que vivimos, se han tenido que quedar por el camino? Me gustaría mucho volver a incorporarlas muy pronto.
Dice que le tienta el retiro, pero sigue barajando nuevos proyectos.
Voy soltando carga de trabajo. Delegar sí, pero la situación de momento requiere que siga aquí? entre otras razones porque tampoco me apetece jubilarme. Tengo 62 años y me encuentro con ganas, fuerza e ilusión. En dos o tres años la situación habrá mejorado y el relevo generacional está asegurado con mis hijos. Mikel se ocupa de automóviles e industriales y Cristina gestiona el área de recursos humanos.