Las zapatillas son una prenda imprescindible en el día a día y que, debido al constante contacto con el suelo, los golpes y la suciedad, es más que entendible que necesiten buenos cuidados para mantenerlas en perfecto estado. Por ello, y para evitar el desgaste, se aconseja lavarlas adecuadamente.
No obstante, el remedio puede ser peor que la enfermedad, sobre todo si no se tienen en cuenta una serie de indicaciones para su buen uso. Por lo tanto, si reparamos en el procedimiento, conseguiremos resultados garantizados.
La reparación previa
Lo primero que se debe hacer antes de introducir el calzado en la lavadora es desmontarlo. Dicho de otro modo: quitar plantillas y cordones. Este último elemento se puede limpiar por separado, en una pequeña bolsa, para que no se enreden y desaten el caos en la lavadora.
En cuanto a las plantillas, es preferible limpiarlas a mano, porque absorben más humedad y tardan mucho más en secarse. Y, por supuesto, ventilarlas al aire libre para que no generen malos olores.
Del mismo modo, acabar con el exceso de suciedad es fundamental. Para eso, podemos valernos de un cepillo o un paño húmedo antes del lavado para despedirnos del polvo o el barro. Así, evitamos que estos restos afecten al funcionamiento interno de la lavadora.
Protección durante el lavado
Probablemente, el mayor error que cometemos al lavar zapatillas es meterlas directamente en el tambor. Esto puede provocar golpes, ruido y rasguños, bien en el calzado y en el propio electrodoméstico.
Ante esta situación, la mejor solución es aplicar una bolsa en la lavadora. O, si no, una funda de almohada bien cerrada para impedir impactos y que las zapatillas conserven su forma original.
Otra recomendación es añadir toallas al ciclo de lavado para que actúen como amortiguadores. Como resultado, hay menos golpes y el tambor de la lavadora goza de más estabilidad.
El mejor programa
El ciclo más eficaz es el programa en frío, con una temperatura máxima de unos 30 grados y evitando el centrifugado fuerte. Una buena alternativa suelen ser los ciclos para ropa deportiva o delicada.
Tampoco podemos olvidarnos del detergente, optando por uno que cumpla con las condiciones y se adapte al tipo de ropa que queramos lavar. Se debe evitar el suavizante a toda costa, porque puede atascar los materiales transpirables y perjudicar a la zapatilla.
El secado, el último paso
Después de que el lavado haya terminado, es importante secar las zapatillas de forma adecuada. Jamás hay que colocarla al sol directo ni de fuentes potentes de claro como los radiadores: podrían dañar sus materiales y deformar su contorno.
En su lugar, es mejor rellenarlas con papel absorbente o toallas de microfibra. Más tarde, se tienen que colocar en un lugar bien ventilado para que la humedad desaparezca por completo.
Otra clave
Tras echar un vistazo a estas claves, hay algo que no podemos descuidar: la paciencia y la atención. Por mucho que sigamos estos consejos a rajatabla, si no observamos hasta el más mínimo detalle que pueda implicar el calzado, no conseguiremos los resultados deseados.