Aprovechando que se han desgranado los premios Nobel de este año –qué dará más de sí con el Nobel de la Paz, que no se lo hayan dado a Trump o que lo hubiesen hecho...–, traigo por aquí los Ig Nobel que se fallaron en septiembre. Inevitablemente, ha llamado mi atención el Ig Nobel de la Paz –qué casualidades tiene la vida–, otorgado al trabajo Efectos del consumo agudo de alcohol en las autoevaluaciones y evaluaciones de los observadores sobre el dominio de idiomas extranjeros. El estudio concluye que “los participantes que consumieron alcohol obtuvieron calificaciones significativamente mejores de los observadores en su dominio del holandés, en particular una mejor pronunciación”. Primero, enhorabuena al equipo neerlandés, británico y alemán autor del trabajo; segundo, poca novedad, cualquiera que haya estado en Sanfermines sabe que a ciertas horas en Estafeta hay quien ha logrado hablar con razonable fluidez sumerio, por ejemplo, y no precisamente gracias a su concienzudo estudio de la lengua. El Ig Nobel de Física sobre la receta de la pasta cacio e pepe es sin duda memorable. Pero quisiera destacar el Ig Nobel de Biología a una investigación sobre vacas –asiduas de estos premios–, en concreto sobre si pintadas con rayas similares a las de una cebra pueden evitar las picaduras de moscas. Vacas de camuflaje... A ver si me funciona el próximo verano con los mosquitos...
- Multimedia
- Servicios
- Participación
