Algoritmo

Estoy perplejo. Nuevamente. El algoritmo de una conocida red social infestada de vídeos de todo pelaje considera que, desde la mañana, me va a apetecer visionar el material elaborado por ciertas firmas de pseudocreadores de contenidos que, como poco y siendo generosos, desbordan las pretensiones del ala más ultramontana de los elementos menos democráticos a la derecha de la derecha de la derecha del panorama estatal. Su insistencia –la del algoritmo– me irrita hasta el punto de que suelo encararme con su interfaz cada vez que me ofrece firmas que, por lo que significan, por lo que manipulan y por lo que mienten, me acostumbran a sacar de quicio, que supongo que de eso se trata. En cualquier caso, no deja de ser significativo el despliegue y la trascendencia que adquiere ese colectivo de intoxicadores en las redes sociales y su arraigo e influencia en según qué sectores de población, habitualmente, los chicos más jóvenes –ellas parecen tener la cabeza más asentada– , que acostumbran a abrazar sin miramientos las tesis y las reflexiones expuestas en las citadas perversiones audiovisuales, en las que el argumento es muy sencillo: candela a los inmigrantes, que vienen a robar, a violar y a vivir del cuento, e insultos hacia quienes no piensan como ellos. Fácil y efectivo. Vaya tropa...