Tenemos a los viejillos de nuestro querido templo del cortado mañanero que no dan más de sí. Que si fallecidos, que si accidentes de tráfico, que si robos, que si incendios, que si redes de trata de mujeres... Desde lo del puente de la Iliada, varios han formado el que ya hemos bautizado en el local como Comando Suceso. Sus integrantes devoran las páginas del periódico como si no hubiera un mañana en busca de noticias sobre si ha vuelto a haber movida en el after de aquí o de allá, sobre quién ha quedado a pegarse o sobre qué carretera está cortada por el enésimo accidente. Si hay un día tranquilo, de hecho, se les ve sin ganas de tinto. No entran al trapo ni siquiera a la discusión de turno. Están tristes y apagados. Necesitan carnaza. Tanto que el otro día uno de los querubines vacacionales que ha tomado el bar como guardería estas semanas, rompió un vaso y de repente se lanzaron como un solo hombre a marcar el perímetro, sacar fotos y abrir un parte de incidencias. Intentaron hacer un interrogatorio al muchacho, pero a su abuelo le pareció excesivo. Lo cierto es que ante la acumulación de documentación obtenida por los viejillos, uno de sus coetáneos ya les ha dicho: solo os falta que baje un OVNI o que caiga el meteorito. Cualquier día, oiga.