Llevan una década en el parking del viejo Eroski de Asteguieta jugando los fines de semana a críquet, un deporte parecido al béisbol en el que se enfrentan dos partidos de once contra once. Se originó en Inglaterra y es de masas en los países de la Commonwealth Británica. De hecho, la mayoría de los 60-70 jugadores que se estiman en Vitoria son de origen pakistaní, “aunque hay alguno de India que también juega”

“Como está abandonado ese hipermercado, aprovechamos, pero el problema es cuando tenemos torneo y vienen más equipos y porque al no tener permiso, en ocasiones ha acudido la policía y en otras, la pelota se ha escapado a la carretera”, explica Nadeem Ashraf, capitán de Álava Cricket Club, uno de los tres equipos que hay en Vitoria, junto al King 11 y PAK Vitoria Criquet Club, con 15 jugadores en cada uno, entre los 20 y 45 años, a los que se suman los de algún equipo de adolescentes ya que "la afición está creciendo, sobre todo en los niños”. 

Celebración en uno de los partidos Cedida

Acompañamiento

Por eso, pide que el Ayuntamiento les dé cancha en este sentido, sobre todo, facilitando un campo municipal “normal” adaptado para sus jugadores.

El área municipal de Deporte, por su parte, ha recogido el guante, ya que cuando salió el tema en comisión, ante la petición de Elkarrekin para que se habilitara un espacio adecuado para su práctica, anunció que va a acompañarles en el proceso de tramitación para la creación de un club propio y les trasladó “un planteamiento temporal para que practiquen en el campo número cuatro de Olaranbe”, hasta que “a medio y largo plazo” se genere un espacio polivalente para modalidades deportivas emergentes.

Foto de los jugadores Cedida

Desde Elkarrekin celebran esta decisión. “El Ayuntamiento tiene la responsabilidad de garantizar que todas las personas puedan practicar deporte en igualdad de condiciones, y eso incluye también a las personas que se decantan por disciplinas deportivas que no son mayoritarias, que quizás no están federadas, pero que forman parte del mosaico diverso de nuestra ciudad”, subraya su portavoz y concejala Garbiñe Ruiz para quien “el deporte no es solo una cuestión de ocio, es también una herramienta de integración, de convivencia y de ciudadanía. Y el caso del críquet es un ejemplo claro de cómo una práctica deportiva puede contribuir a hacer comunidad, a tejer vínculos, a reconocernos y convivir unos a otros en la diferencia”.

Una familia

Y así lo resalta el propio Ashraf: “Lo que hace especial a este deporte es la alegría y quedar entre nosotros. Somos como una familia y es una relación muy buena. A mí me viene muy bien para desconectar de mi trabajo y familia”.

Su afición por este deporte le viene desde que era pequeño porque en Pakistán el críquet es como aquí el fútbol.

“Una locura. Empezamos a jugarlo en el colegio y a su salida, también. Pero aquí solamente jugamos el fin de semana. Entresemana no da tiempo, así que para practicar no hay tiempo. Cada fin de semana tenemos partido”, destaca este hombre que a sus 45 años, sigue jugando, como tirador y capitán y que no duda en preguntar “¿pero eso dónde es”, en cuanto DNA le comunica ese anuncio municipal de que puedan jugar en Olaranbe, conocido por ser donde juega el Club Deportivo Aurrera, que aunque está un pelín a las afueras “no importa, podemos ir con coche. Me parece bien”, responde satisfecho, aunque le queda otra duda: ¿Nos dejarán hacer la pista?

Se refiere al pitch, una franja rectangular en el centro del campo. Es el área principal de juego, donde los lanzadores lanzan la pelota y los bateadores intentan golpear. “Hasta puede que haya vestuarios y baño –se congratula–. En Asteguieta, donde tuvieron que preparar la pista con su dinero, "no tenemos ni servicio ni nada”. De ahí que suelen ir con la equipación deportiva ya puesta de casa. 

Asimismo, agradecen que el Ayuntamiento de Agurain les haya ofrecido un espacio para jugar, “porque en la capital no teníamos nada y todos vivimos en Vitoria. Yo llevo 20 años aquí”. 

Con los trofeos Cedida

Federarse

Su sueño es el de seguir el ejemplo de Cataluña al respecto, “una comunidad muy organizada”, con varios equipos de críquet, y crear una federación. “Queremos que se note que el críquet en el País Vasco y en Álava está creciendo”. 

En Zumárraga, por ejemplo, el pasado septiembre la primera edición del torneo de cricket acogió a más de 200 jugadores.

También les gustaría alguna subvención que ayude a financiar sus premios económicos, “pero no pasa, si no se puede”, que sufragan ellos de su propio bolsillo, y “que se pase algún representante del Ayuntamiento cuando tengamos torneo”.

El propio Ashraf ha llegado a poner 800 euros para la comida de los torneos “porque son largos” y su coche para llevar a jugadores a Madrid o Valencia a torneos nacionales. Pero no es manera, como dice, porque “manera tiene que ser como igual que aquí”.