Tenía que pasar. Nuestro querido escanciador de café y otras sustancias está ya oficialmente como las maracas de Machín. Dice que quiere hacer el bar grande de nuevo, así que quiere tomar una serie de medidas en nuestro amado templo del cortado mañanero que nos tiene a todos en un ay. Ha pretendido primero establecer aranceles a los que le suministran los licores, vinos, patatas y demás materiales necesarios para la vida del local. Su idea era no solo no pagar, sino incluso cobrarles. De momento, eso quedó descartado el lunes cuando uno de los repartidores le dijo al jefe que le iba a meter el barril de cerveza por donde amargan los pepinos. Así que mientras se replantea esta estrategia, ha considerado que podía establecer una campaña de desprestigio contra los querubines que, de vez en cuando, terminan en el bar acompañando a sus mayores. Los ha querido acusar de prácticas salvajes consistentes en comerse el papel higiénico de los baños. Pero esto tampoco le ha terminado se salir bien, entre otras cosas porque a algunos abuelos la cosa no les ha hecho ni puñetera gracia. Así que ahora quiere que el bar que tenemos tres lonjas más allá se autoproclame parte de nuestros dominios y le ceda al dueño sus posesiones y beneficios. Nos da en la nariz que esto tampoco va a salir bien...