Perdonen ustedes la licencia. Sin ser muy partidario de usar en el día a día los preceptos de la lengua de Shakespeare, sobre todo, porque aquí disfrutamos de dos idiomas de aúpa, hoy me parecía adecuado echar mano de mi particular acervo audiovisual, que nunca ha sido excelso, para dar la bienvenida al frío. Según dictan los modelos físicos que manejan los meteorólogos de Euskalmet, se espera para estos días precipitaciones de nieve y una bajada de temperaturas capaz de asustar a todo aquel que no sea oriundo de Siberia. Pese a esos condicionantes, echo de menos los años en los que las nevadas colapsaban la ciudad y el territorio y en los que las administraciones municipales gasteiztarras se las veían y deseaban para justificar que la nieve llegase casi al cuello de sus convecinos durante varios días consecutivos. Desgraciadamente, cambio climático mediante, el fresco polar que se derramaba desde la cumbre del Gorbea se ha convertido en brisa tropical para solaz de quienes se consideran frioleros, que ya no necesitan emigrar para encontrarse cara a cara con el sol y el calor, incluso, durante los meses presuntamente invernales. En cualquier caso, lo de este episodio de frío será pasajero y ya saben: a mal tiempo, buena cara.