Tenemos a uno de los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero soportando lo que no está en los escritos porque la parroquia se ha enterado de que uno de sus hijos le llevó el otro día a comprar un bañador nuevo. Al parecer los nietos se habían quejado de manera previa del estilismo del veterano en Mendi durante el ejercicio de su nueva profesión de babysitter de plata. Y sugirieron que el abuelo molaría más con un look más cool. Lo que, al parecer, se ha traducido en un señor de 76 años con calzón azul oscuro atravesado por lo que parece ser un trueno amarillo. Lo peor es que hay fotos, una de las cuales, misteriosamente, ha llegado al móvil de nuestro querido escanciador de café y otras sustancias. Y, claro, el cachondeo está siendo bíblico. El buen hombre, de todas formas, se ha resignado ante el escenario. Entre otras cosas, porque muchos de los presentes están pasando estas semanas por situaciones similares. Tenemos a uno de los abuelos pensando seriamente en cobrarles a los hijos el curro de monitor de udaleku, que el buen señor empieza a las siete y media de la mañana y hasta las ocho de la tarde no se libra del último querubín. Así tenemos el bar a las tardes, claro, que parece una concentración de colonias en Barria.
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