Este fin de semana he estado de vacaciones en Toledo y en el parque temático Puy du Fou. No voy a desvelar de qué van los espectáculos porque lo mejor es ir sin saber nada, pero es absolutamente increíble. Durante todo el día que estuve viendo estas actuaciones no paraba de preguntarme cuándo supieron sus creadores que eran capaces de montar esas obras. Efectos especiales, animales vivos, pirotecnia, acrobacias en ocasiones sin arnés u otros elementos de seguridad... Por mucho que una persona esté preparada, para hacer esas proezas hace falta cierto grado de valentía. Estoy seguro de que antes de montar todo el parque les dijeron muchas veces que eso “no se podía hacer”, y también estoy seguro de que lo estudiaron a fondo y llegaron a la conclusión de que era mentira. Todos deberíamos pensar algo parecido y, cada vez que nos digan que algo no se puede hacer porque es demasiado ambicioso, llevar la contraria y apuntar incluso más alto. Para hacer grandes cosas hay que pensar a lo grande y, últimamente, veo a mi alrededor que a cada idea brillante se la descarta rápidamente por ser “muy complicada”. Nunca diré que podemos hacer cualquier cosa que nos propongamos, pero no nos conviene olvidar que no sabemos de qué somos capaces.