Reconozco que del mazazo de que el Baskonia se quedara fuera del play off de la ACB el domingo uno de los aspectos que más me desilusionó fue la idea de que el partido contra el UCAM Murcia, en el que Markus Howard cayó lesionado al minuto de entrar en la cancha, pudiera ser el último en el que disfrutara viendo al estadounidense con la camiseta de mi equipo. Es cierto que aún tenía contrato hasta 2026, pero, ¿cuántas estrellas hemos visto hacer las maletas en los últimos años rumbo a la NBA o a los grandes transatlánticos de la Euroliga? Mike James, Larkin, Poirier, Fontecchio, Shengelia... Incluso los dos protagonistas de la canasta del último título, Vildoza y Polonara, dejaron un pequeño vacío en el baskonismo. Todo indicaba que Howard, el máximo anotador de la Euroliga, seguiría sus pasos, pero ha demostrado que hasta para la toma de decisiones y la elección de prioridades es un jugador especial y único. Como tal, merecía la pena hacer un esfuerzo por él para retenerlo, y el Baskonia lo ha hecho renovándolo hasta 2028. Todo puede ocurrir en este mundillo y nunca hay que infravalorar las garras de un superequipo, pero el baskonismo puede dormir ahora más tranquilo sabiendo que seguirá disfrutando de la magia y el talento de Howard.