Tal día como hoy, pero de 1775, un grupo de menos de un centenar de milicianos de las trece colonias británicas de la costa Este de América del Norte se liaron a tiros con los soldados de Su Majestad que acudieron a la ciudad de Concord, en Massachusetts, a tomar un depósito de armas de los rebeldes, dando inicio a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y, a la postre, al nacimiento de la primera democracia moderna, que consagraría el principio de igualdad entre todos los seres humanos, salvo las mujeres, los indios y los esclavos africanos. Era un comienzo, en todo caso, para inaugurar una nueva era en la que las ideas de la Ilustración y el liberalismo económico se entremezclaron para crear el modelo de gobierno que luego utilizarían como plantilla la mayoría de los países del mundo. Doscientos cincuenta años después esto hace aguas por todas partes. Es más que posible que sus ciudadanos reelijan como presidente al cabecilla del primer intento de golpe de estado explícito y a calzón quitado de su historia, un hombre que gracias a X, antes Twitter, ha hecho de su desinhibida simplicidad el activo político de moda; un garrulo que ha creado escuela allende los mares y el Río Bravo, y que más que la causa, es una consecuencia de la oscura deriva de la Humanidad.
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