Todos los años por estas fechas, pero todos y sin fallo, en nuestro querido templo del cortado mañanero siempre hay quien se queja de que se ponga el árbol que no hace más que molestar la entrada al baño, del que compra lotería de Navidad porque total es tirar el dinero y eso es de aneuronales tal y como están las cosas, del vino caliente que alguno jura sobre las santas escrituras que es obra del mismísimo Belcebú, de los villancicos pituferos que pone el becario para tocar las bolas a los refunfuñones, de... Además, no es uno el que gimotea por todo, no. Se reparten el trabajo. Así que tenemos a uno de los viejillos repitiendo hasta la saciedad aquello de todo el día matando tontos y cada vez hay más. Como castigo a los más puñeteros, nuestro escanciador de café y otras sustancias ha organizado para hoy visita al mercado navideño para que los quejicas le sirvan de porteadores para todo lo que quiere comprar. Bueno, y para que cuando les cobren tropecientos euros por un talo, más de uno valore el atraco a mano armada moderado que nos aplica él en su bar. Lo peor que puede pasar es que como el evento es al lado del Ayuntamiento, parte de la comitiva se desvíe y le monten un Belén a Maider o al que pillen por ahí, que estos, cuando se ponen en plan Miura, no distinguen ni partido ni cargo.