No seré yo quien se queje de los días festivos. Todo lo contrario, cuantos más mejor. Sin embargo, hay algo que me produce cierta pereza de este doble festivo del Día de la Constitución y la Inmaculada Concepción. Este año, de hecho, he tenido que trabajar ambos días al coincidir con los partidos del Baskonia y lo he recibido con gusto. ¿Qué se puede hacer en Vitoria un 6 u 8 de diciembre? Sinceramente, menos que un 7 de diciembre, día en el que al menos los negocios abren. Si no te gusta pasar frío en el monte o no eres uno de esos afortunados que encadenan varios días libres seguidos y se van fuera de vacaciones, la mejor alternativa es quedarse en casa viendo la tele, y eso el Día de la Constitución puede ser una auténtica tortura. Lo que debería ser un momento para recordar un acontecimiento histórico en el que fuerzas políticas de diversa índole se pusieron de acuerdo, se convierte cada año en un absurdo cruce de reproches entre partidos que presumen de ser más constitucionalistas que el resto. Esta vez nos quieren hacer creer que nos encontramos en un momento dramático en el que se va a destruir la Constitución. Ojalá, oiga, 45 años después no vendría mal realizar alguna corrección que otra. Eso sí que sería motivo de celebración.