Tienen frita a la criatura. El abuelo le ha encargado la elaboración de una guía de fácil uso sobre cómo pagar la OTA en Vitoria porque desde que cambiaron los aparatos del demonio, el hijo del viejillo, a la sazón padre del querubín, no se apaña con las jodidas máquinas y ya le han encontrado un par de veces tirado en la calle en posición fetal repitiendo en voz baja: rojo y verde, exclusivas para residentes; azules, rotación... Así que ahí anda el pobre crío estos días de fiesta, convirtiendo nuestro amado templo del cortado mañanero en su oficina mientras los aitites, incluso sin tener ni idea de lo que hablan, no paran de decirle lo que tiene o no que poner en el susodicho papel. Mañana, eso sí, tendrá que hacer un alto en el currelo porque se ha organizado la anual visita a la Florida que suelen montar en este puente los abuelos babysitter y los vástagos sin cole. Es mejor escapar del recorrido turístico, que implica la pelea de todos los años sobre a qué invitan los viejillos para merendar teniendo en cuenta manías, gustos y alergias varias, si las luces de las calles son malas o solo horribles, si hay que aprovechar para ir a lo de los vinos o es mejor dejar pasar los atracos a mano armada, si... Como dice nuestro querido escanciador de café y otras sustancias, aquí le quiero ver yo a un mediador de esos...