No se habla de otra cosa en el mundillo literario de la concesión el pasado domingo del Premio Planeta a Sonsoles Ónega. Partiendo de la base de que desconozco su calidad como escritora porque nada suyo ha pasado por mis manos y de que una empresa privada puede hacer con su dinero lo que le plazca dentro de los parámetros legales, nada más desvelarse la identidad de la ganadora no fueron pocos los que comenzaron a percibir un olor nauseabundo que, ante todo, deja en un lugar cuanto menos peliaguado al jurado –la mujer del César...– encargado de la elección. Y es que, sin necesidad de escarbar demasiado, sale a la luz la conexión entre Editorial Planeta y Atresmedia –la primera es la máxima accionista de la segunda–, donde la escritora y periodista es una figura estelar, si no su mayor atractivo, en estos momentos tras habérsela arrebatado hace unos meses a Mediaset. La duda ha quedado sembrada con toda lógica y todos los aspirantes al millón de euros de premio seguramente se habrán quedado con cara de tontos. ¿Se ha valorado la calidad del libro o se trata de un premio a la empleada estrella? O, peor aún, ¿estaba ya este premio pactado entre las partes cuando suscribieron su contrato? Ni los sabemos ni lo vamos a saber. Ni a la premiada ni al premiador les importará en exceso este tufillo planetario.