Están los viejillos de nuestro amado templo del cortado mañanero con dos apuestas por resolver en las próximas fechas. Por un lado, si el grupo más ultra de los Txapela Boys consigue desplegarse de manera bien estudiada cuando se inaugure el tranvía de Salburua para que siempre haya uno de sus miembros en todas y cada una de las fotografías o vídeos realizados por los medios con políticos en primer plano. Se está discutiendo si hacer algún gesto o solo con aparecer es suficiente para sumarse al día de bombo y platillo de turno, a una de esas jornadas en las que tanto se escucha aquello de que la institución tal o cual ha puesto sobre la mesa ni se sabe cuánto dinero en beneficio de la ciudadanía, como si el político en cuestión hubiera sacado la chequera y hubiera dicho: tranquilos chicos, que a esta invito yo. Por otro, si vamos a conseguir superar el número de promesas realizadas en las últimas municipales y forales, un listado que guarda como oro en paño nuestro querido escanciador de café y otras sustancias, entre otras cosas porque el aitite que se encargó entonces de hacer de secretario de la cosa ya está en el otro barrio. Eso sí, todavía nos seguimos descojonando con él, que no tuvo otra que encabezar aquel papel con un Te lo juro por Snoopy que, por supuesto, vamos a mantener.