A todas nos ha pasado. A todas nos han tocado el culo en una discoteca, en un bar o en un autobús. Te has girado y como si nada, como si encima fueras tú la aguafiestas por no seguirle la corriente al metemanos de turno. A todas nos ha tocado aguantar al borracho baboso que no te deja en paz y que insiste e insiste. “Déjame en paz”, “pírate”, “que te vayas”, “me estás molestando”,... y un largo etcétera de frases que no servían de nada. Lo dejabas pasar, te agobiabas un montón pero no querías líos. Solo pensabas en que se cansaría y se marcharía a dar la murga a otra esquina. Y a todas nos ha tocado aguantar al compañero de curro baboso y borracho que se pasa en la cena de empresa. Le conoces, trabajas con él todos los días a pocos metros pero en la fiesta todo le da igual. Mientras los de alrededor le ríen las gracias (porque siempre tiene palmeros a sus alrededor), él se sobrepasa, insiste con un baile patético, te toca un brazo, luego la cintura... Lo intentas alejar, te hace sentir fatal, y decides irte antes a casa. Y al día siguiente... como si nada, la mayoría de tus compañeros se comporta con total naturalidad, como si el acoso de la noche anterior no hubiera ocurrido. Pero ahora ya no lo vamos a dejar pasar. Se ha acabado. Ahora vamos a denunciar.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
